Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис (читаемые книги читать txt) 📗
Seguramente la psiquiatria podria explicar por que la pequena estudiante Katia poso sus ojos en un alumno de secundaria. Por lo general, los chavales de quince anos, maduros sexualmente, atraen primero a damas de cierta edad, pero en verdad, ?que entiendo yo de psiquiatria? Aunque, ?se atreveria alguien a asegurar que el romance entre Katia y F. Sorokin era unico? F. Sorokin no se atreve. (A proposito, el es una persona con prejuicios.) Ya despues, pasados dos o tres meses, Katia le conto a F. Sorokin, con sencillez y tranquilidad, que se habia enamorado de el a primera vista, en el primer encuentro casual en aquellas escaleras, o en el portal. Quiza no estuviera diciendo la verdad, pero aquello resulto halagador para los oidos de F. Sorokin.
Pero es posible que en ello desempenara algun papel la situacion siguiente: ano y medio antes de que el y Katia se conocieran tuvo lugar algo desagradable. En aquel entonces, ella estudiaba el decimo grado en una pequena ciudad de los alrededores de Leningrado (?Kolpino? ?Pavlovsk? ?Tosno?). En una ocasion, ella estaba de guardia y se quedo despues de las clases a limpiar el aula. Entraron varios companeros de clase, le cubrieron la cabeza con sus chaquetas y la derribaron entre los pupitres. No lograron nada, quiza por miedo, o quiza por inexperiencia. Simplemente le ensuciaron el vientre y las piernas con sus fluidos y salieron huyendo. Katia siguio siendo virgen. Fisicamente. ?Y psicologicamente?
Aunque hay que decir que se enamoro de F. Sorokin siendo ya mujer. Ella nunca dijo con quien le ocurrio aquello la primera vez, y a el nunca se le ocurrio preguntarlo.
Un calido dia a principios de septiembre, F. Sorokin regresaba de la escuela, y paso por casa de Anastasia Andreievna, en el piso numero 19. No la encontro, pero habia una nota donde decia que la llave la tenia Katia, la vecina. En el pasillo semioscuro, lleno de cacharros diversos, encontro la puerta de Katia y llamo. La puerta se abrio al instante. Y el la vio y sintio un estremecimiento.
A fin de cuentas, el fin justifica los medios. Y dicen que en el amor todos los medios son validos. Por supuesto, ella lo esperaba y estaba preparada. Y el no estaba preparado en absoluto. Despues, el se dio cuenta de que, un poco mas (?un poco mas que?), y habria salido corriendo o se hubiera desmayado.
Me levante con un esfuerzo, gimiendo, meti la mano bajo el divan y saque del rincon mas alejado y oscuro la colilla de la que llevaba un ano entero acordandome. Me fui a la cocina, la encendi de pie junto a la ventana, y por un instante me asombre del hecho de que el humo de tabaco no actuaba sobre mi de ninguna manera, como si en lugar de humo estuviera absorbiendo un aire calido y aromatico.
Katia era delgadita, de hombros y caderas estrechos, con senos redondos, protuberantes. Vestia una batita gris de orfanato, que parecia un saco. Sin decir palabra, tomo de la mano a F. Sorokin y lo hizo entrar en su pequena habitacion, regreso a la puerta y la cerro quedamente, hizo chasquear el pestillo, y despues se volvio hacia el y se puso a mirarlo, con las manos colgando al lado del cuerpo. La batita estaba abierta y debajo se veia la piel desnuda, pero lo primero que vio F. Sorokin fue que ella era roja, desde la frente hasta los senos, y solo despues vio el resto. ?Que espectaculo para un mocoso sexualmente maduro, que hasta ese momento solo habia visto mujeres desnudas en reproducciones de Rubens! Bueno, y tambien en postales pornograficas, se las habia ensenado Borka Kutuzov (destrozado por un proyectil en agosto del cuarenta y uno).
Se veian con bastante regularidad. Exactamente el dia acordado, a la hora convenida. F. Sorokin subia sin hacer ruido hasta el piso numero 19. Por lo general, eso ocurria por la tarde, a las tres o las cuatro, tras regresar de la escuela. Por supuesto, el no llamaba ni apretaba el timbre. La puerta se abria. Katia, vistiendo su batita de orfanato sobre el cuerpo desnudo, lo agarraba de la mano, lo llevaba a su pequena habitacion y se encerraban alli para gozar el uno del otro con ansias y prisa, y unos veinte minutos despues F. Sorokin salia al pasillo semioscuro, silencioso y alerta como indio apache en un sendero de guerra, abria al tacto la cerradura francesa y salia al descansillo de la escalera. Hablaban poco, solo en susurros, y durante toda aquella historia de amor, monotona pero intensisima, nunca pudieron estar juntos mas de media hora seguida...
Y la historia resulto increiblemente intensa, sin duda fue asi para F. Sorokin, pero seguramente tambien para Katia. Tan pronto bajaba las escaleras al salir del piso numero 19, F. Sorokin comenzaba a sentir anoranza de ella. Uno o dos dias despues, la anoranza era sustituida por una tensa impaciencia. Llegaba el momento acordado y una alegria febril lo inundaba, causada tambien por cierto miedo a que el encuentro no tuviera lugar (eso ocurria a veces). Entonces se encontraban, y despues venia la anoranza, la impaciencia, la alegria mezclada con miedo, y de nuevo el encuentro. Asi una semana tras otra, otono, invierno, primavera y finalmente, el maldito verano del cuarenta y uno. Y ni una vez F. Sorokin se sintio cansado de Katia, ni una vez sintio deseos, antes del encuentro, de que este no tuviera lugar. Y al parecer, a ella le ocurria eso mismo.
Precisamente en esos dias, en noveno grado, F. Sorokin progresaba con exito en matematicas superiores y trigonometria esferica, a la par que Sasha Aronov (murio de hambre en enero del cuarenta y dos), fabricaba telescopios de aficionado, trabajaba en los talleres de la Casa de las Ciencias Recreativas y manejaba las asignaturas escolares como si de un juego se tratara. Y continuaba su romance platonico con Liusia Nevierovskaia, y despues de celebrar el Ano Nuevo comenzo a flirtear con Nina Jaliyaeva (desaparecio durante la evacuacion), y hubo muchisimas otras tonterias y cosas sin importancia. F. Sorokin llevaba una vida activa en los estudios, la ciencia, sus relaciones sociales y personales, y nunca dijo a nadie una palabra, ni siquiera hizo una insinuacion, de lo suyo con Katia.
Es dificil que lo unico que los uniera fuera el apetito sexual, aunque se tratara del mas desencadenado posible: eso no hubiera podido durar tanto tiempo, acompanado constantemente por momentos de anoranza, impaciencia, alegria y miedo. Tampoco se trataba de un amor romantico, del que describen los grandes escritores. Habia algo de eso, de lo otro, seguramente tambien un poco del orgullo del chaval que posee a una mujer de verdad, y de la ternura femenina hacia un hombre que no la ofende, que no se jacta. Ademas, tambien habria algo de presentimiento.
Se vieron por ultima vez a finales de mayo, cuando comenzaban los examenes.
Alrededor del diez de julio, F. Sorokin regresaba de construir un aerodromo junto a Kingisepp. Habia madurado, ya habia matado por primera vez a un hombre, a un enemigo, un fascista, y se enorgullecia de ello. De alguna manera se entero de que una semana antes Katia se habia marchado con toda su aula a construir zanjas antitanque en Gatchina (?o en Pskov?).
A finales de julio llego a la administracion del edificio la notificacion de que Katia habia muerto durante un bombardeo.
Debilidad. Es simplemente mi debilidad. No se la razon por la que hoy me siento debil. Pero, ?por que siempre me prohibo recordar esto? El nombre, si. Katia. Katia. Pero solamente el nombre. Seguramente porque despues no volvi a amar a nadie. Desde aquella epoca, F. Sorokin tuvo unas cuantas amantes, dos o tres mujeres de verdad, pero ningun amor.