Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис (читаемые книги читать txt) 📗
Se horrorizo al pensar que hablaba de manera incoherente, que Golem no lo comprendia y creia que solo estaba ebrio. Entonces puso sus brazos ante el rostro de Golem. Tumbo la copa, que rodo por la mesa y fue a parar al suelo.
En un primer momento, Golem retrocedio, despues miro atentamente, se inclino hacia delante, tomo la extremidad de Viktor por la punta de los dedos y se puso a examinar la piel, hinchada y aranada. Sus dedos eran frios y duros. «Es todo —penso Viktor—, es el primer examen medico, despues vendran otros, y falsas promesas de que aun hay esperanzas, y pociones tranquilizantes.» Pero despues se acostumbrara y no habra mas examenes medicos, y se lo llevaran a la leproseria, le cubriran la boca con un trapo negro y eso sera el final de todo.
—?Ha comido fresas? —pregunto Golem.
—Si —respondio Viktor con humildad—. Fresones.
—Debe de haberse zampado un par de kilos.
—?Y que tienen que ver en esto los fresones? —grito Viktor, retirando los brazos de un tiron—. ?Haga algo! No es posible que sea tarde. Apenas ha comenzado...
—Deje de gritar. Tiene una erupcion alergica. No puede comer fresones en tales cantidades.
Viktor aun no entendia nada.
—Pero usted mismo dijo —balbuceo, mientras se miraba los brazos—, el sarpullido... las ronchas...
—Hasta las chinches ocasionan ronchas —dijo Golem, en tono de preceptor—. Tiene una reaccion alergica ante una serie de sustancias. Y una imaginacion demasiado irracional. Como la mayoria de los escritores. Vaya leproso...
Viktor se sintio revivir. En su mente se repetia una idea: «Me he librado, parece que me he librado. Si es asi, no se que hare. Dejare de fumar...».
—?No me esta mintiendo? —pregunto, en tono lastimero.
—Beba conac. —Golem sonrio, burlon—. Cuando se tiene alergia, no se debe beber conac, pero usted beba. Tiene un aspecto penoso.
Viktor tomo su copa, cerro los ojos y se la bebio. ?Nada! Una leve nausea, pero eso a causa de la cogorza de la noche anterior. Ahora se le pasaria. Y se le paso.
—Querido escritor —dijo Golem—, para ser arquitecto no basta con tener ronchas.
El camarero llego, dejo sobre la mesa conac y soda. Viktor, satisfecho, aspiro profundamente la atmosfera habitual del restaurante y percibio los maravillosos aromas del humo de tabaco, de la cebolla rehogada, del aceite quemado y la carne frita. La vida retornaba.
—Chico —le dijo al camarero—. Lleva una botella de ginebra, zumo de limon y cuatro raciones de pulpo al doscientos dieciseis. ?Y rapido!... Alcoholicos —se dirigio a Golem y a R. Kvadriga—, que os parta un rayo, ?me voy con Diana!
Estuvo a punto de darles un beso.
—?Pobre patito bello! —dijo Golem, sin dirigirse a nadie en particular.
Durante un segundo, Viktor percibio la lastima. Surgio y desaparecio el recuerdo de unas oportunidades monumentales que se habian perdido. Pero se limito a reirse, aparto la silla y echo a andar hacia la salida.
NUEVE
Felix Sorokin. «?Para que sigues tocando la trompeta, chaval?»
Y de nuevo tuve un sueno rebosante de impotencia y desesperacion, como si un canonazo hubiera abierto todas las ventanas de par en par y una violenta corriente de aire hubiera sacado de la Carpeta Azul todo lo que yo habia escrito y lo hubiera echado a volar al espacio, banado por una aurora sangrienta, al abismo de dieciseis pisos, y los papeles daban vueltas, flotaban, se elevaban las paginas arrastradas por el viento, y no quedaba nada en la Carpeta Azul, pero todavia era posible bajar corriendo, recoger los papeles, reunirlos, salvar algo, mas era como si las piernas se hubieran soldado al suelo, y a mi cuerpo le hubieran crecido unos ganchos que me mantenian anclado a la terraza.
—?Katia! —grite, y me eche a llorar de desesperacion; entonces desperte y resulto que tenia los ojos secos, las piernas acalambradas y un dolor irresistible en un costado.
Estuve un rato acostado alli, bajo los cuadrados luminosos del techo, moviendo pacientemente los pies para librarme de los espasmos, y mis pensamientos fluian sin prisa y sin orden alguno. Pensaba que, de todos modos, estaba muy enfermo y tendria que seguir los consejos de Katia y hacerme analisis... y al momento todo se frenaria, todo se detendria y mi Carpeta Azul se cerraria por mucho tiempo...
Y tambien pense que seria bueno mecanografiarla en dos ejemplares, que Rita me guardara uno de ellos... aunque, por otra parte, ella no era una mozuela, algo no le funcionaba bien en los rinones o en el higado... Algo incomprensible, no resultaba facil imaginar como, donde y a quien darle el manuscrito para que lo conservara, simplemente lo guardara y no metiera alli la nariz...
Porque era posible que aquel sueno fuera premonitorio: no podria terminar nada antes de que una violenta corriente de aire barriera mi Carpeta Azul y dispersara mis papeles por basureros y canadas. Y no quedara ni una hojita para meterla en la maquina con el objetivo de definir el CPLT...
Y cuando me acorde del CPLT (simplemente me acorde, acudio a mis pensamientos siguiendo el principio de la ironia y la lastima), de repente llegue a una conclusion, clara y nitida como una ecuacion: ?alli no determinan el valor de una obra, sino que predicen el destino de una obra!
?Eso era lo que mi triste interlocutor de ayer intentaba meterme en la cabeza! La Cantidad mas Probable de Lectores del Texto ?no es mas que eso! A partir de ahi calculan la cantidad de ejemplares, la calidad, la popularidad, el talento del escritor y tambien el talento del lector. Y podras escribir la obra mas genial del mundo, pero la maquina te da una calificacion miserable porque tu obra genial no va a ninguna parte, y quiza solamente la leeran tu mujer, tus amigos mas cercanos y algun redactor conocido, ahi acabara todo: «Por favor, entiendeme, colega, entiendeme correctamente...».
?Que maquina mas lista, mas picara! Y yo, tan idiota, les lleve mis resenas, les habia llevado mi porqueria, mi papelera de desechos. Me quede alli sentado, con los brazos en torno a las rodillas. Eso era lo que el habia querido decirme. Y se puede decir que habia sido por eso por lo que me habia dado una nueva cita. Tenia en cuenta mi esencia, mi autenticidad. Para que yo pudiera comprender de una vez en que mundo estoy y si debia continuar enfadandome o si valia la pena hacer como otros tantos antes que yo y dejar a un lado el trabajo para dedicarme a ganar mucho dinero...
Esas ideas me hicieron sentir frio, la piel se me puso como de gallina, me eche una manta sobre los hombros y de repente senti un feroz deseo de fumar.