Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк (читать книги онлайн бесплатно полные версии TXT) 📗
Y asi sucesivamente. Con tantos gritos y llantos ya no se entendia lo que decia el predicador. En medio del grupo habia personas que se levantaban y llegaban a codazos hasta el banco de las lamentaciones, con las caras banadas en lagrimas, y cuando todos se hubieron reunido alli en grupo en los primeros bancos, se pusieron a cantar, a gritar y a tirarse en la paja, totalmente enloquecidos y sin control.
Bueno, antes de que pudiera yo darme cuenta, el rey se habia puesto en marcha y se le veia por encima de todos los demas, y despues se subio de un salto a la plataforma y el predicador le pidio que hablase al publico y lo hizo. Les dijo que era un pirata, que habia sido pirata treinta anos en el oceano indico, y que casi se habia quedado sin tripulacion la primavera pasada en un combate y ahora habia vuelto a casa a llevarse a algunos marineros nuevos, pero gracias a Dios anoche le habian robado y lo habian desembarcado de un buque de vapor sin un centavo, y ahora se alegraba; era lo mejor que le habia pasado en su vida, porque ahora era un hombre cambiado y se sentia feliz por primera vez en la vida, y pese a lo pobre que era iba a empezar inmediatamente a trabajar para volver al oceano indico y pasarse el resto de la vida tratando de hacer que los piratas volvieran al camino de la verdad, pues lo podia hacer mejor que nadie, porque conocia a todas las tripulaciones piratas de aquel oceano, y aunque le llevaria mucho tiempo llegar alli sin dinero, iria de todos modos, y cada vez que convenciera a un pirata le diria: «No me des las gracias a mi, no me adjudiques ningun merito; todo corresponde a esa estupenda gente de la reunion religiosa de Pokeville, hermanos naturales y benefactores de la raza, ?y a ese querido predicador que veis ahi, el amigo mas verdadero que jamas ha tenido un pirata!»
Y despues se echo a llorar, y todo el mundo igual. Entonces alguien grito: «?Vamos a hacer una colecta! ?una colecta!» Media docena saltaron para hacerla, pero alguien grito: «?Que pase el sombrero el!» Todo el mundo dijo lo mismo, y tambien el predicador.
Asi que el rey paso entre la gente con el sombrero, enjugandose los ojos y bendiciendo a la gente, elogiandola y dandole las gracias por ser tan buena con los pobres piratas de alla lejos, y a cada momento, las mas guapas de las chicas, todas llorosas, iban y le preguntaban si les dejaba besarlo para tener un recuerdo de el, y el siempre las besaba, y a algunas de ellas las besaba y abrazaba por lo menos cinco o seis veces, y lo invitaron a quedarse una semana, y todo el mundo queria que se quedara a dormir en sus casas porque decian que era un honor, pero el dijo que como era el ultimo dia de la mision, ya no podia hacer ningun bien, y ademas tenia prisa por llegar al oceano indico lo antes posible y ponerse a trabajar con los piratas.
Cuando volvimos a la balsa e hizo el recuento se encontro con que habia reunido ochenta y siete dolares y setenta y cinco centavos. Y ademas se habia llevado una damajuana de whisky de tres galones que habia encontrado debajo de una carreta cuando venia a casa por el bosque. El rey dijo que entre unas cosas y otras era el dia que mejor le habia salido en el trabajo de las misiones. Dijo que no habia nada que hacer, que los paganos no valen nada al lado de los piratas si quiere uno sacarle el jugo a una mision religiosa.
El duque habia creido que a el le habia ido bastante bien hasta que aparecio el rey, pero despues no se lo parecio tanto. Habia preparado e impreso dos trabajillos para agricultores en aquella imprenta (para venta de caballos) y le habian pagado cuatro dolares. Habia cobrado anuncios en el periodico por valor de diez dolares, que dijo poder rebajar a cuatro dolares si se los pagaban por adelantado, cosa que hicieron. El precio del periodico era dos dolares al ano, pero acepto tres suscripciones por medio dolar, a condicion de que se las pagaran por adelantado; iban a pagar en madera y cebollas, como de costumbre, pero el les dijo que acababa de comprar la empresa y rebajado los precios todo lo que podia, de manera que tenia que cobrarlo todo en efectivo. Habia impreso un pequeno poema inventado por el mismo de tres versos, muy sentimental y triste, que se titulaba «Si, rompe, frio mundo, este corazon transido», y lo habia dejado preparado para imprimir en el periodico, sin cobrar nada a cambio. Bueno, habia sacado nueve dolares y medio y dijo que no estaba mal por una jornada entera de trabajo.
Despues nos enseno otra octavilla que habia impreso y que no habia cobrado, porque era para nosotros. Tenia un dibujo de un negro fugitivo con un hatillo al hombro y escrito debajo «Recompensa de doscientos dolares». Todo trataba de Jim y lo describia exactamente. Decia que se habia escapado de la plantacion de Saint Jacques, cuarenta millas abajo de Nueva Orleans el invierno pasado, y probablemente se habia ido al Norte, y quien lo capturase y lo devolviera podria cobrar la recompensa y los gastos.
—Y ahora —dijo el duque—, a partir de esta noche podemos navegar de dia si queremos. Cuando veamos que llega alguien podemos atar a Jim de pies y manos con una cuerda y meterlo en el wigwam, ensenar esta octavilla y decir que lo capturamos rio arriba y que eramos demasiado pobres para viajar en un barco de vapor, asi que nuestros amigos nos dieron esta balsa a credito y bajamos a cobrar la recompensa. Estaria mejor con esposas y cadenas, pero eso no encajaria con la historia de que somos tan pobres. Eso seria como ponerle joyas. Lo correcto son unas cuerdas: hay que mantener las unidades, como decimos en el escenario.
Todos dijimos que el duque era muy listo y que no habria problemas navegando de dia. Pensamos que aquella noche podiamos recorrer bastantes millas para alejarnos del jaleo que calculabamos que el trabajo del duque iba a organizar en la imprenta de aquel pueblo; despues podiamos navegar cuando quisieramos.
Seguimos escondidos y en silencio y no salimos hasta casi las diez; despues nos deslizamos, a bastante distancia del pueblo, y no izamos el farol hasta que lo hubimos perdido de vista.
Cuando Jim me llamo para que le tomase la guardia de las cuatro de la manana me dijo:
—Huck, ?crees que vamos a encontrarnos con mas reyes de estos en este viaje?
—No —respondi—. Supongo que no.
—Bueno —continuo el—, entonces vale. No me importan uno o dos reyes, pero no quiero mas. Este es un borrachuzo y el duque tampoco le va muy detras.
Me entere de que Jim habia intentado hacerle hablar en frances para ver a que sonaba, pero dijo que llevaba tanto tiempo en este pais y habia tenido tantos problemas que se le habia olvidado.
Capitulo 21
Era despues del amanecer, pero seguimos adelante sin echar amarras. El rey y el duque acabaron por levantarse, con aspecto muy cansado, pero despues de saltar al agua y nadar un rato parecian bastante mas animados. Despues de desayunar el rey se sento en un rincon de la balsa, se quito las botas, se subio los pantalones y dejo las piernas metidas en el agua, para estar comodo, encendio la pipa y se puso a aprender de memoria su «Romeo y Julieta». Cuando ya se lo sabia bastante bien, el y el duque empezaron a ensayarlo juntos. El duque tenia que ensenarle una vez tras otra como echar cada discurso, y le hacia suspirar y llevarse la mano al corazon. Al cabo de un rato dijo que lo habia hecho bastante bien: «Solo que no debes gritar ?Romeo! como si fueras un toro; tienes que decirlo suavemente y con languidez, asi: ?Roomeeo!; de eso se trata, porque Julieta no es mas que una nina encantadora, ya sabes, y no se pone a rebuznar como un burro.