Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк (читать книги онлайн бесплатно полные версии TXT) 📗
Me tocaba la guardia en medio, ya sabeis, pero para esa hora tenia bastante sueno, asi que Jim dijo que me haria la primera mitad; Jim siempre se portaba muy bien en ese sentido. Me meti a cuatro patas en el wigwam, pero el rey y el duque habian estirado tanto las piernas que no quedaba sitio, asi que me quede fuera; no me importaba la lluvia, porque hacia calor y ahora las olas no llegaban tan altas. Pero hacia las dos volvieron a levantarse y Jim me iba a llamar, aunque cambio de opinion porque calculo que no eran lo bastante altas para hacernos ningun dano, pero en eso se equivoco porque muy pronto llego una de esas enormes y me tiro al agua. Jim casi se murio de la risa. De todas formas, era el negro que mas se reia de todos los que he conocido.
Tome la guardia y Jim se tendio y se puso a roncar; al cabo de un rato la tormenta amaino y se fue, y en cuanto se vio la primera luz de una cabana lo desperte y metimos la balsa en nuestro escondrijo para aquel dia.
Despues de desayunar el rey saco una baraja toda sobada y el y el duque jugaron a las siete y media a cinco centavos la partida. Despues se aburrieron y dijeron que iban a «planear una campana», como lo llamaban ellos. El rey fue a buscar en su bolson, de donde saco un monton de octavillas impresas y las leyo. Una de ellas decia que «El famoso doctor Armand de Montalban, de Paris», daria una «conferencia sobre la Ciencia de la Frenologia» en tal y tal sitio y en tal y cual fecha, a diez centavos la entrada, y que iba a «trazar graficos de la personalidad a veinticinco centavos cada uno». El duque dijo que ese era el. En otra octavilla era el «actor tragico shakesperiano de fama mundial, Garrick el joven, de Drury Lane, Londres». En otras octavillas tenia otros nombres y hacia otras cosas maravillosas, como encontrar agua y oro con una «varita magica», «exorcizar los hechizos de brujas», etcetera. Despues va y dice:
—Pero mi favorita es la musa histrionica. ?Tienes experiencia en las tablas, realeza?
—No —respondio el rey.
—Pues la tendras antes de que pasen tres dias, grandeza caida —dice el duque—. En el primer buen pueblo al que lleguemos alquilamos una sala y hacemos el duelo de «Ricardo III» y la escena del balcon de «Romeo y Julieta». ?Que te parece?
—Yo hago lo que sea con tal de que de dinero, Aguassucias; pero ya veras que no se nada de interpretar ni nunca lo he visto hacer. Era demasiado pequeno cuando padre tenia teatro en el palacio. ?Crees que me podras ensenar?
—?Facil!
—Muy bien. De todas formas ya tengo ganas de hacer algo nuevo. Podemos empezar inmediatamente.
Asi que el duque le conto quien era Romeo y quien era Julieta y dijo que el estaba acostumbrado a ser Romeo, asi que el rey podia hacer de Julieta.
—Pero si Julieta es una muchacha tan joven, duque, con esta calva y esta barba blanca a lo mejor parece demasiado raro.
—No, no te preocupes; estos campuzos ni se enteran. Ademas, ya sabes, iras disfrazado y eso lo cambia todo; Julieta esta en el balcon contemplando la luz de la luna antes de irse a la cama y lleva puesto el camison y el gorro de dormir con encajes. Aqui tengo los dos disfraces.
Saco dos o tres trajes hechos con calico para cortinas, que dijo que eran las armaduras medievales de Ricardo III, y el otro tio, un camison de algodon largo y blanco y un gorro de dormir de volantes a juego. El rey se quedo convencido, asi que el duque saco su libro y leyo los papeles con un entusiasmo esplendido, dando saltos y representando al mismo tiempo, para ensenar como habia que hacerlo; despues le dio el libro al rey para que se aprendiera su papel de memoria.
A la vuelta de una curva habia un pueblecito de nada, y despues de comer el duque nos comunico que ya habia pensado como navegar de dia sin que hubiera peligro para Jim; asi que dijo que iria al pueblo para arreglarlo todo. El rey dijo que tambien iria a ver si sacaba algo en limpio. Como nos habiamos quedado sin cafe, Jim y yo dijimos que tambien nos ibamos con ellos a comprar algo.
Cuando llegamos no habia nadie; las calles estaban vacias y totalmente muertas y silenciosas, como si fuera domingo. Encontramos a un negro enfermo tomando el sol en un patio y nos dijo que todos los que no eran demasiado jovenes ni estaban demasiado enfermos o eran demasiado viejos habian ido a una mision en el bosque, a unas tres millas. El rey pregunto como se llegaba y dijo que iba a trabajar con aquella gente tan religiosa a ver lo que sacaba, y que yo podia acompanarlo.
El duque dijo que iba a buscar una imprenta. La encontramos; un taller pequenito encima de una carpinteria; todos los carpinteros y los impresores habian ido al sermon y las puertas estaban abiertas. El sitio estaba muy sucio y desordenado, con las paredes llenas de manchas de tinta y de octavillas con dibujos de caballos y de negros fugitivos. El duque se quito la chaqueta y dijo que ya estaba todo arreglado. Asi que el rey y yo nos fuimos a la reunion religiosa.
Llegamos en una media hora y empapados, porque hacia un calor horrible. Habria por lo menos mil personas que habian llegado de veinte millas a la redonda. El bosque estaba lleno de animales de tiro y carretas, atados por todas partes, comiendo lo que habia en las carretas y coceando para alejar a las moscas. Habia cobertizos hechos de palo y techados con ramas, donde vendian limonada y pan de jengibre, con montones de sandias, maiz verde y cosas asi.
Los predicadores estaban en cobertizos del mismo tipo, aunque mayores y llenos de gente. Los bancos estaban hechos de pedazos de troncos, con agujeros en el lado de abajo, para introducir unos palos que hacian de patas. No tenian respaldo. Los predicadores disponian de unas tarimas altas para subirse a un extremo de los cobertizos. Las mujeres llevaban pamelas, y algunas, vestidos de un tejido de lino y lana, otras de holanda, y algunas de las jovenes, de calico. Algunos de los muchachos iban descalzos, y habia ninos que no llevaban mas ropa que una camisa de lino burdo. Algunas de las mujeres mayores tejian ylas mas jovenes flirteaban a escondidas.
En el primer cobertizo al que llegamos el predicador estaba cantando un himno. Recitaba dos lineas, todo el mundo las cantaba, y resultaba muy bonito oirlo, porque habia mucha gente y cantaba muy animada; despues les recitaba otras dos lineas para que las cantaran, y asi sucesivamente. La gente se iba despertando cada vez mas y cantando cada vez mas alto, y hacia el final algunos empezaron a gemir y otros a gritar. Entonces el predicador empezo a predicar, y ademas en serio, y fue a zancadas primero a un lado de la tarima y despues al otro, y luego se inclino por encima de todos, moviendo los brazos y el cuerpo todo el tiempo y gritando con todas sus fuerzas, y de vez en cuando levantaba la Biblia, la abria y la pasaba de un lado para otro, gritando: «?Es la serpiente de bronce del desierto! ?Miradla y vivid!» Y la gente gritaba: «?Gloria! ?Amen!» El predicador seguia y la gente gemia, gritaba y decia amen:
—?Ah, venid al banco de las lamentaciones! ?Venid, ennegrecidos por el pecado! (?Amen!) ?Venid, los enfermos y los llagados! (?Amen!) ?Venid, los cojos y los tullidos y los ciegos! (?Amen!) ?Venid, los pobres y los necesitados, llenos de verguenza! (?Amen!) ?Venid, todos los que os sentis cansados, sucios y sufrientes! ?Venid con el animo destrozado! ?Venid con el corazon contrito! ?Venid con vuestros harapos, vuestros pecados y vuestra suciedad! ?Las aguas que purifican son gratuitas, las puertas del cielo estan abiertas, ah, entrad y descansad! (?Amen!) (?Gloria, gloria, aleluya!).