Gaspar, Melchor y Baltasar - Tournier Michel (читаемые книги читать онлайн бесплатно полные txt) 📗
Hubo un silencio general hecho de expectativa y de degustacion. Luego el principe Taor dio su veredicto.
– Es mas original que sabroso, mas sorprendente que suculento. Esta miel hermana curiosamente una especie de acritud con su dulzor original. En cuanto a las langostas -o saltamontes- aportan con sus crujidos un matiz salado que no puede ser mas sorprendente en la miel.
Hubo un nuevo silencio durante el cual saboreo una segunda cucharada.
– Detesto la sal, pero la sinceridad me obliga a proferir esta asombrosa verdad: el azucar salado es mas azucarado que el azucar azucarado. ?Que paradoja! Tengo que oir eso de la boca de otros. Repetid la frase, os lo ruego.
Sus intimos conocian las pequenas manias del principe, y estaban acostumbrados a complacerle. Repitieron a coro con voz unanime:
– El azucar salado es mas azucarado que el azucar azucarado.
– ?Que paradoja! -repitio Taor-. ?Estas son maravillas que solo se encuentran en el Occidente! Siri, ?que te pareceria una expedicion por esas regiones lejanas y barbaras, para traer el secreto del Rahat-lukum, aprovechando la ocasion para traer algunos otros?
– Senor, soy vuestro esclavo -respondio Siri, con toda la ironia que sabia poner en sus declaraciones de fidelidad mas incondicionales.
Sin embargo, no quedo poco sorprendido al enterarse unos dias despues que el principe habia pedido una audiencia a su madre -era la unica forma que tenia de verla- para hablarle de un proyecto de viaje, y se sintio completamente desbordado -hasta podria decirse que enganado, traicionado, escarnecido- cuando su amo le hizo saber, inmediatamente despues de la entrevista, que la maharani Mamore aprobaba su idea, y ponia a disposicion de su hijo, para que pudiera llevar a cabo sus propositos, cinco navios con sus tripulaciones, cinco elefantes, cada uno de ellos con su correspondiente cornac, ademas de un tesorero-contable llamado Draoma, un tesoro de talentos, siclos, bekas, minas y gueras, monedas que circulaban por toda el Asia anterior. Era todo su universo, y diez anos de pacientes intrigas, lo que se derrumbaba en torno a el. ?Como podia prever que el rabat-lukum de pistacho que habia hecho probar al principe, anadiendose al deseo de la maharani de desembarazarse de su hijo -a cualquier precio- y a los imprevisibles impulsos que tienen los seres debiles, candidos y sumisos, que todas esas circunstancias heterogeneas se conjugarian para desembocar en aquel resultado catastrofico? Catastrofico en efecto, porque estaba convencido de que para un intrigante de su especie solo podia haber salvacion estando muy cerca de la fuente del poder, pero era evidente, tanto para la maharani como para el principe, que deberia embarcarse con este en tan extravagante aventura. Las semanas siguientes figuraron sin duda entre las mas amargas que Siri Akbar habia vivido.
Muy distinto era e! estado de animo del principe Taor. Sacado bruscamente de su pasividad por los preparativos del viaje, se convirtio en otro hombre. Sus intimos apenas le reconocian cuando le veian establecer con una competencia y una autoridad sorprendentes la lista de los hombres que debian acompanarle, la enumeracion del material que habia que disponer, la eleccion de los elefantes que iban a ser embarcados. En cambio, nada mas propio de el que la decision de las provisiones que iban a acumularse en las calas de los navios. Porque el verdadero sentido del viaje se hacia evidente en las esportillas, sacos y fardos que rebosaban de guayabas, azufaifas, ajonjoli, canela, uva de Golconda, flores de azahar, harina de sorgo, clavo de especias, sin contar, desde luego, el azucar, la vainilla, el jengibre y el anis. Todo un navio estaba dedicado a la fruta -seca o confitada-, mangos, platanos, pinas tropicales, mandarinas, cocos, anacardos, limones verdes, higos y granadas. Estaba claro que la expedicion se hacia con finalidades pasteleras, y ninguna otra. Ademas se habia elegido un personal muy especializado, y se veia trabajar, en medio de embriagadores olores de caramelo, a confiteros nepaleses, turroneros cingaleses, reposteros bengalies e incluso mantequeros bajados de las alturas de Cachemira, con pellejos conteniendo caseina liquida, decocciones de cebada, emulsiones de almendra y resinas balsamicas.
Sus amigos reconocieron tambien a Taor cuando le vieron insistir, oponiendose al mas elemental sentido comun, en que Yasmina fuese una de las elefantas de la expedicion. Oponiendose al mas elemental sentido comun porque Yasmina era una joven elefanta blanca y de ojos azules, dulce, fragil y delicada, la que menos podia soportar la fatiga de una travesia tan larga, con las jornadas de camino por el desierto que seguirian a continuacion. Pero Taor amaba a Yasmina, y el pequeno paquidermo de mirada languida le correspondia, y tenia una manera de pasarle la trompa alrededor del cuello cuando el le habia dado un pastelillo de crema de coco, que hacia brotar lagrimas de emocion. Taor decidio que la elefanta viajaria en el mismo barco que el, junto con todo el cargamento de petalos de rosa.
Los navios estaban aparejados en la rada de Mangalore, y se dispuso una pesada pasarela, con una suave inclinacion, para poder embarcar los elefantes. Pero la hora de zarpar dependia del capricho de los vientos, pues el monzon de verano ya habia dejado de hacer sentir su influencia, y se encontraban en ese periodo de turbulencias y perturbaciones que precede al cambio de direccion del viento y del oleaje. Hubo tormentas y lluvias torrenciales, muchos empezaron a preocuparse, y algunos se preguntaron si no debian interpretar aquella colera del cielo como un mal augurio para el viaje. Se dieron defecciones. Por fin, la calma, anunciando la instalacion definitiva del monzon de invierno, limpio el cielo bajo un viento del este fresco y seco. Era la senal que esperaban. Se procedio a embarcar a los elefantes. Todo hubiera sido mas facil de haber podido empujarlos juntos por la pasarela, porque el instinto gregario hubiese ayudado a la maniobra. Pero ese mismo instinto se oponia a todos los esfuerzos, ya que cada animal tenia que embarcarse por separado, y habia que recurrir a la astucia, a la violencia y a la seduccion para separarlos y hacer que subieran a bordo. La situacion parecio desesperada cuando le llego el turno a Yasmina. Presa del panico, soltaba espantosos barri tos, y arrojaba al suelo a los hombres que se aferraban a ella. Tuvieron que ir a buscar a Taor. El le hablo durante largo rato, en voz baja, rascando con sus unas la concavidad de su frente. Luego le anudo sobre los ojos un panuelo de seda para cegarla, y con la trompa encima de su hombro paso con ella la pasarela.
Como habia un elefante por navio, dieron a cada navio el nombre del elefante que transportaba, y estos cinco nombres eran: Bohdi, Jina, Vahana, Asura y, claro esta, Yasmina. Una hermosa tarde de otono las cinco naves salieron sucesivamente de la rada con todo el velamen desplegado. De todos los que partian -hombres y animales- el principe Taor parecia ser el que manifestaba mas alegria al lanzarse a aquella aventura, el que menos lamentaba lo que dejaba atras. Lo cierto es que no dirigio ni una mirada a la ciudad de Mangalore, mientras sus casas de ladrillos rosados escalonadas en la colina se alejaban y parecian apartarse de la pequena flotilla a medida que esta ponia rumbo al oeste.
La navegacion era sencilla y facil. Singlaban por estribor, con todos sus recursos, bajo un viento fuerte y completamente regular, que ademas soplaba en la buena direccion. Como apenas hacerse a la mar se habian alejado de las costas, no tenian que temer ni arrecifes ni bancos de arena, y hasta los piratas, que solo atacaban a los barcos de cabotaje, dejaron de constituir una amenaza despues de unas cuantas horas de navegacion. La travesia del mar de Oman hubiera carecido de historia de no ser porque los elefantes se rebelaron ya la primera noche. Hay que tener en cuenta que estos animales, que mientras no se les necesitaba vivian en libertad en un bosque real, tenian la costumbre de pasar el dia adormilados bajo las frondas, y a la puesta de sol se dirigian en un rebano compacto hacia las orillas del rio. Por eso empezaron a agitarse apenas llego el crepusculo, y como los barcos navegaban muy juntos el uno del otro, el primer barrito que lanzo el viejo Bohdi provoco una enorme escandalera en los demas navios. El estruendo no hubiese tenido importancia si al mismo tiempo los animales no se hubieran balanceado a derecha y a izquierda, golpeando fuertemente con la trompa los costados del navio. Se oia asi un ruido de tam-tam, mientras los navios adquirian un balanceo que se acentuo hasta llegar a ser inquietante.
Taor y Siri, que iban en la nave almirante Yasmina, podian ir a los demas barcos, ya fuera en botes de remo, ya, cuando los navios estaban muy cerca, valiendose de pasarelas. Pero tambien se comunicaban con los capitanes de los demas navios por senales convenidas que transmitian agitando penachos de plumas de avestruz. Este ultimo medio fue el que emplearon para dar una orden general de dispersion. En efecto, era importante que los animales dejaran de excitarse mutuamente con el ruido que hacian. Solo Yasmina se habia mantenido tranquila, pero el temblor de sus orejas manifestaba cual era su emocion, indicando que sin eluda debia de considerar toda aquella algazara como una especie de homenaje para ella. Al dia siguiente, al caer el dia se reanudo la excitacion, pero quedo limitada gracias a la distancia que los cinco veleros habian puesto entre si.
Una nueva prueba esperaba a los viajeros el decimo dia. El viento seguia soplando de forma muy regular y en la misma direccion, pero no tardo en verse que aumentaba poco a poco de fuerza, hasta el punto de que el capitan del Yasmina dio la orden, por medio de sus plumas, de recoger velas, Por la noche se hizo evidente que se acercaban a una tempestad de rara violencia, a juzgar por la negrura surcada de relampagos que dominaba el horizonte hacia el que se dirigian. Una hora mas tarde una noche cerrada cayo de pronto sobre los cinco navios y los aislo totalmente unos de otros. Las horas siguientes fueron espantosas. Solo habian dejado el minimo de velamen para que el navio no se pusiera a traves de las olas. Huia bajo las rafagas, balanceandose a veces en la cresta de una ola, y entonces tomando una velocidad atroz antes de deslizarse por fin en un abismo glauco. Taor, que se habia expuesto imprudentemente en el castillo de proa, casi perdio el conocimiento al ser sumergido por un golpe de mar. Por segunda vez aquel joven, dedicado al azucar desde la ninez, entablaba asi relacion con el elemento salado en un bautismo de inolvidable brutalidad. ?Su destino le reservaba una tercera prueba salada, y mucho mas larga y dolorosa que esta!