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Ciudad Maldita - Стругацкие Аркадий и Борис (бесплатные книги онлайн без регистрации TXT) 📗

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—Pero ?puedes decirme que ha pasado?

—Un loco... —Andrei se dio cuenta de lo que estaba diciendo y callo un momento—. Un idiota que transportaba material explosivo por la plaza y seguramente lo dejo caer.

—?De veras no se trata de un atentado? —insistio Selma.

—?Pues no tengo la menor idea! Rumer es quien se ocupa de eso, yo no se nada.

Selma resoplo en el auricular.

—Seguro que mientes, senor consejero —dijo, y colgo.

Andrei rodeo la mesa y regreso a la ventana. La multitud se habia dispersado casi del todo. No se veia personal medico ni ambulancias. Varios policias regaban con mangueras el espacio que rodeaba una depresion poco profunda en la superficie de hormigon. Y la anciana que antes cruzara, empujando un cochecito con un nino, atravesaba la plaza de vuelta. Nada mas.

Fue hasta la puerta y echo una mirada a la antesala. Amalia estaba en su sitio, muy seria, con los labios apretados, totalmente inaccesible, sus dedos recorrian el teclado a velocidad cosmica, sin la menor huella de lagrimas ni de cualquier otra emocion en el rostro. Andrei la miro con ternura.

«Un encanto de mujer —se dijo—. Vete a la mierda, Vareikis —penso con malevola alegria—. Antes te saco a ti a patadas de aqui...» De repente, alguien se detuvo delante de Amalia. Andrei levanto la mirada. Desde una altura sobrehumana lo miraba, expectante, el rostro largo y aplastado por los lados de Ellizauer, del departamento de transporte.

—Ah —dijo Andrei—. Ellizauer... Perdone, no puedo recibirlo hoy. Manana por la manana, cuando quiera.

Sin decir una palabra, Ellizauer hizo una reverencia y desaparecio. Amalia estaba ya de pie, con el bloc de notas y el lapiz preparados.

—?Senor consejero?

—Entre un momento —dijo Andrei. Regreso a la mesa y en ese momento volvio a sonar el telefono blanco.

—?Voronin? —se oyo una voz nasal de fumador—. Soy Rumer. ?Como te va por ahi?

—Muy bien —dijo Andrei, haciendole un gesto a Amalia: no te vayas, ahora estoy contigo.

—?Tu mujer, que tal?

—Bien, te manda saludos. A proposito, mandale dos trabajadores del departamento de servicios, necesito que hagan algunas cosas en casa.

—?Dos? Esta bien. ?Adonde?

—Que la llamen, ella les dira. Que la llamen ahora mismo.

—Bien. Dalo por hecho. No en este mismo momento, pero dalo por hecho... Estoy muy ocupado con todo ese lio. ?Conoces la version oficial?

—?Cual es? —dijo Andrei, molesto.

—En pocas palabras, la siguiente: un accidente con material explosivo. Durante el transporte de sustancias explosivas. Se investigan los detalles.

—Entendido.

—Un trabajador transportaba explosivos a una obra... Digamos, estaba borracho.

—Si, ya lo he entendido —dijo Andrei—. Muy bien. Correcto.

—Aja —respondio Rumer—. Y tropezo, o... En general, se investigan los detalles. Los culpables seran sancionados. Ahora estan haciendo copias de la informacion y te llevaran una. Pero hay algo mas: ?recibiste una carta, verdad? ?Quien de tu gente la ha leido?

—Nadie.

—?Y tu secretaria?

—Te repito que nadie. Las cartas personales las abro yo personalmente.

—Perfecto —dijo Rumer, con aprobacion—. Es una medida correcta. Entiendeme, hay otros que se han hecho un lio fenomenal con la correspondencia. Cualquiera lee sus cartas personales. Entonces, de tu gente nadie ha leido nada. Magnifico. Esconde bien esa carta, segun el modelo doble cero. Ahora ira a verte uno de mis funcionarios, dasela, ?esta bien?

—Y eso, ?con que fin?

—Pues, como decirte... —balbuceo Rumer vacilando—. Quiza sea de utilidad. Tu lo conocias, ?no?

—?A quien?

—Pues a ese... —Rumer solto una risita—. A ese trabajador... al de los explosivos...

—Lo conocia.

—Bueno, no vamos a hablar por telefono, ese funcionario que ira a verte te hara un par de preguntas, tu respondelas...

—No tengo tiempo para esperarlo —dijo Andrei, molesto—. Fritz me ha citado a su despacho.

—Espera cinco minutos —insistio Rumer—. Que te cuesta, por Dios... Ya ni siquiera puedes responder a un par de preguntas...

—Esta bien, esta bien —repuso Andrei con impaciencia—. ?Algo mas?

—Ya le he ordenado que fuera a verte, estara ahi dentro de un momento. Se apellida Zwirik. Es adjutor mayor.

—Esta bien, esta bien, lo esperare.

—Solo dos preguntitas. No te retendra.

—?Algo mas? —volvio a preguntar Andrei.

—Es todo. Ahora tengo que llamar a otros consejeros.

—No se te olvide mandarle esos hombres a Selma.

—Dalo por hecho. Lo tengo anotado aqui. Hasta luego.

Andrei colgo y se volvio hacia Amalia.

—Tenlo en cuenta: no has visto ni oido nada. —Amalia lo miro, asustada, y sin decir palabra senalo hacia la ventana con el dedo—. Exactamente. No sabes el nombre de nadie, y en general, no tienes idea de que ha ocurrido.

La puerta se abrio y asomo un rostro palido lejanamente conocido, con ojillos causticos.

—?Espere fuera! —dijo Andrei con brusquedad—. Ahora lo llamo. —El rostro desaparecio—. ?Me has entendido? —pregunto Andrei—. Hubo un estruendo en la calle, pero no sabes nada mas. La version oficial es la siguiente: un obrero borracho transportaba explosivos desde el almacen a una obra, se esta dilucidando quien es responsable de lo ocurrido. —Callo mientras pensaba—. ?Donde he visto esa jeta? Y me suena el apellido... Zwirik... Zwirik...

—?Por que lo haria? —pregunto Amalia en voz muy baja, y sus ojos volvieron a humedecerse sospechosamente.

—No hablemos ahora de eso. —Andrei fruncio el ceno—. Mas tarde. Dile a ese lacayo que entre.

DOS

Cuando se sentaron a la mesa. Geiger se volvio hacia Izya.

—Come, mi querido judio. Come y disfruta.

—No soy tu querido judio —replico Izya, mientras se servia ensalada—. Te he dicho cien veces que soy mi propio judio. Tu querido judio es ese —dijo, senalando a Andrei con el tenedor.

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