Ciudad Maldita - Стругацкие Аркадий и Борис (бесплатные книги онлайн без регистрации TXT) 📗
Andrei, sin sentir las piernas, regreso a la mesa, se sento y volvio a coger la carta.
A todos los poderosos de este monstruoso mundo:
Odio la mentira, pero vuestra verdad es peor que la mentira. Habeis convertido la ciudad en un comodo pesebre, y a los ciudadanos de la Ciudad en cerdos bien alimentados. No quiero ser un cerdo bien alimentado, pero tampoco quiero ser porquerizo, en vuestro mundo no hay una tercera posibilidad. Sois autocomplacientes y esteriles en vuestra justicia, aunque muchos de vosotros fuisteis alguna vez verdaderas personas. Entre vosotros hay antiguos amigos mios, y me dirijo a ellos en primer lugar. Las palabras no influyen en vosotros, yo las reforzare con mi muerte. Quiza sintais verguenza, quiza terror, o puede ser que solo se vuelva incomodo vuestro pesebre. Esa es mi unica esperanza. ?Que Dios castigue vuestro aburrimiento! No son palabras mias, pero las firmo encantado.
Dennis Lee
Todo aquello habia sido mecanografiado en varias copias, la que tenia era la tercera o la cuarta. Y mas abajo, habia una nota a mano:
?Adios, querido Voronin! Me hare estallar hoy a las trece cero cero, en la plaza delante de la Casa de Vidrio. Si esta carta no se retrasa, podras ver como ocurre todo, pero no tiene sentido intentar impedirlo, solo habria victimas innecesarias. Tu antiguo amigo jefe del departamento de cartas de los lectores de tu antiguo periodico. Dennis.
—?Te acuerdas de Dennis? —dijo Andrei, alzando la mirada hacia Amalia—. Dennis Lee, el jefe del departamento de...
Amalia asintio en silencio y un segundo despues el terror distorsiono su rostro.
—?No puede ser! —dijo, con voz ronca—. ?No es verdad!
—Se ha hecho estallar —dijo Andrei, articulando con dificultad—. Seguramente, se ato cartuchos de dinamita. Bajo la chaqueta.
—?Con que objetivo? —dijo Amalia. La chica se mordio el labio, los ojos se le llenaron de lagrimas que corrieron despues por su pequeno rostro blanco y quedaron colgando de la barbilla.
—No entiendo —dijo Andrei, indefenso—. No entiendo nada... —Clavo en la carta unos ojos que nada veian—. Nos vimos hace poco. Si, discutimos, nos peleamos... —Levanto la vista nuevamente hacia Amalia—. ?Habra venido a verme y yo me habre negado a recibirlo?
Amalia nego con la cabeza, con el rostro entre las manos.
Y de repente, Andrei comenzo a sentirse furioso. Mas que furia, era rabia, la misma que se habia apoderado de el ese mismo dia, en los vestidores, despues de la ducha. ?Que demonios queria? ?Que mas les hacia falta? ?Que querian esos canallas? ?Idiota! ?Que habia demostrado con todo aquello? No queria ser un cerdo, tampoco queria ser porquerizo... ?Se aburria! ?A la mierda con ese aburrimiento!
—?Deja de chillar! —le grito a Amalia—. Limpiate los mocos y vuelve a tu sitio.
Aparto de si los papeles con un gesto, se levanto y camino de nuevo hacia la ventana.
En la plaza habia una enorme multitud. En el centro de aquella multitud habia un espacio gris vacio, delimitado por guerreras azules, y alli se afanaban personas que vestian batas blancas. Una ambulancia hacia sonar la sirena, intentando abrirse camino.
«A fin de cuentas, ?que has logrado demostrar? ?Que no quieres vivir con nosotros? ?Y para que tenias que demostrarlo? ?Y a quien? ?Nos odias? No tiene sentido. Hacemos todo aquello que hay que hacer. No tenemos la culpa de que sean unos cerdos. Lo eran antes de nosotros, y lo seguiran siendo despues. Solo podemos alimentarlos, vestirlos y liberarlos de sufrimientos animales, pero no han tenido sufrimientos espirituales desde que nacieron, y no los tendran. ?Que, acaso hemos hecho poco por ellos? Mira como esta ahora la Ciudad. Limpia, ordenada, no queda nada del burdel que era antes, hay abundancia de comida, de ropa, y pronto habra diversiones de todo tipo, dentro de muy poco. ?Que mas necesitan? Y tu, ?que has hecho? Ahora los sanitarios rasparan tus tripas del asfalto y ahi acaban todas tus preocupaciones. Pero a nosotros solo nos queda trabajar y trabajar, mantener en marcha toda la maquinaria, porque todo lo que hemos logrado es solo el comienzo, todo esto hay que preservarlo, querido amigo, y una vez preservado, hay que multiplicarlo... Porque en la Tierra puede ser que no haya un dios ni un demonio por encima de la gente, pero aqui si... Mi apestoso democrata, mi populista idiota, hermano de mis hermanos...»
Pero ante los ojos seguia teniendo al Dennis que habia visto durante su ultimo encuentro, uno o dos meses antes, reseco, agobiado, como enfermo, con un terror secreto escondido en sus ojos tristes y apagados, y lo que dijo al final de aquella discusion desordenada y sin sentido, levantandose y tirando sobre el platillo metalico unos billetes arrugados.
—Dios mio, ?de que te jactas delante de mi? De que pones las tripas en el altar... ?Con que objetivo? ?Alimentar a la gente hasta que revienten! ?Y en eso consiste la mision? En la punetera Dinamarca hace muchos anos que saben como hacerlo... Bien, puede ser que, como dices, no tengo derecho a hablar en nombre de todos. Quiza no de todos, pero tu y yo sabemos bien que la gente no necesita eso, que asi no se construye un mundo verdaderamente nuevo.
—?Y como, hijo de tu punetera madre, como vamos a construirlo? ??Como?! —grito Andrei en aquella ocasion, pero Dennis se limito a hacer un ademan desesperado y no quiso seguir conversando.
El telefono blanco comenzo a sonar. Andrei regreso a su mesa a desgana y levanto el auricular.
—?Andrei? Aqui, Geiger.
—Hola, Fritz.
—?Lo conocias?
—Si.
—?Y que piensas de todo esto?
—Un histerico —mascullo Andrei—. Un baboso.
—?Recibiste una carta suya? —pregunto Geiger tras guardar silencio unos momentos.
—Si.
—Que hombre mas raro —dijo Geiger—. Esta bien. Te espero a las dos.
Andrei colgo el telefono, que al instante volvio a sonar. Esta vez se trataba de Selma. Estaba muy alarmada. Los rumores sobre la explosion habian llegado ya hasta el Cortijo Blanco, y por el camino habian crecido hasta hacerse irreconocibles, y alli reinaba un panico silencioso.
—Todo esta en perfecto estado, todo —dijo Andrei—. Yo estoy bien, y Geiger esta bien, y la Casa de Vidrio esta bien. ?Has llamado a Rumer?
—?Para que demonios iba a hacerlo? —se indigno Selma—. Vine corriendo de la peluqueria. La mujer de Dollfuss llego alli a la carrera, toda cubierta de polvo blanco, y dijo que habian cometido un atentado contra Geiger y que la mitad del edificio habia volado...
—Bueno, esta bien —repuso Andrei, con impaciencia—. Ahora no tengo tiempo.