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Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan (электронную книгу бесплатно без регистрации .txt) 📗

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—?Que lo devuelva? ?Por que?

Ninguno contesta. Saco de nuevo el skate verde de la caja y se lo enseno a Flyn.

—?No te gusta?

El crio, por primera vez desde que lo conozco, me mira expectante. Ese regalo lo ha impresionado. Se que el skate le ha gustado. Me lo dicen sus ojos, pero soy consciente de que no quiere decir nada ante el gesto duro de Eric. Dispuesta a batallar, dejo el skate a un lado e insto a que el nino abra los otros regalos. Tras abrirlos, tiene ante el un casco, unas rodilleras y las coderas. Despues, cojo de nuevo el skate y me dirijo a mi Iceman:

—?Que le ocurre al skate?

Eric, sin mirar lo que tengo en las manos, dice:

—Es peligroso. Flyn no sabe utilizarlo y, mas que pasarlo bien con el, lo que se hara sera dano.

Norbert y Simona asienten con la cabeza, pero yo, incapaz de dar mi brazo a torcer, insisto:

—He comprado todos los accesorios para que el dano sea minimo mientras aprende. No te agobies, Eric. Ya veras como en cuatro dias lo domina.

—Jud —dice con voz muy tensa—, Flyn no montara en ese juguete.

Incredula, respondo:

—Venga ya, pero si es un juguete para pasarlo bien. Yo le puedo ensenar.

—No.

—Ensene a Luz a utilizarlo y tendrias que ver como lo monta.

—He dicho que no.

—Escucha, cielo —sigo a pesar de sus negativas—, no es dificil aprender. Es solo cogerle el truco y mantener el equilibrio. Flyn es un nino listo, y estoy segura de que aprendera rapidamente.

Eric se levanta, me quita el skateboard de las manos y puntualiza alto y claro:

—Quiero esto lejos de Flyn, ?entendido?

?Dios, cuando se pone asi, lo mataria! Me levanto, le quito el skate de las manos y gruno:

—Es mi regalo para Flyn. ?No crees que deberia ser el quien dijera si lo quiere o no?

El nino no habla. Solo nos observa. Pero finalmente dice:

—No lo quiero. Es peligroso.

Simona, con la mirada, me pide que me calle. Que lo deje estar. Pero no, ?me niego!

—Escucha, Flyn...

—Jud —interviene Eric, quitandome de nuevo el skate—, te acaba de decir que no lo quiere. ?Que mas necesitas escuchar?

Malhumorada, le vuelvo a arrancar el punetero skateboard de las manos.

—Lo que he oido es lo que ?tu! querias que dijera. Dejale a el que responda.

—No lo quiero —insiste el crio.

Con el skate en las manos me acerco a el y me agacho.

—Flyn, si tu quieres, yo te puedo ensenar. Te prometo que no te vas a hacer dano, porque yo no lo voy a permitir y...

—?Se acabo! ?He dicho que no y es que no! —grita Eric—. Simona, Norbert, llevense a Flyn del salon; tengo que hablar con Judith.

Cuando los otros salen del salon y nos quedamos solos, Eric sisea:

—Escucha, Jud, si no quieres que discutamos delante del nino o del servicio, ?callate! He dicho que no al skate. ?Por que insistes?

—Porque es un nino, ?joder! ?No has visto sus ojos cuando lo ha sacado de la caja? Le ha gustado. Pero ?no te has dado cuenta?

—No.

Deseosa de llamarle de todo menos bonito, protesto.

—No puede estar todo el dia enganchado a la Wii, a la Play o a la... Pero ?que clase de nino estas criando? No te das cuenta de que el dia de manana va a ser un nino retraido y miedoso.

—Prefiero que sea asi a que le pueda pasar algo.

—Desde luego, algo le pasara con la educacion que le estas dando. ?No has pensado que llegara un momento en el que el quiera salir con los amigos o con una chica, y no sabra hacer nada, a excepcion de jugar con la Wii y obedecer a su tio? ?Vaya dos!, desde luego sois tal para cual.

Eric me mira, me mira y me mira, y al final responde:

—Que vivas conmigo y el nino en esta casa es lo mas bonito que me ha ocurrido en muchos anos, pero no voy a poner en peligro a Flyn porque tu creas que el deba ser diferente. He aceptado que metieras en casa este horrible arbol rojo, he obligado al nino a que escriba tus absurdos deseos para decorarlo, pero no voy a claudicar en cuanto a lo que a la educacion de Flyn concierne. Tu eres mi novia, me has propuesto acompanar a mi sobrino cuando yo no este, pero Flyn es mi responsabilidad, no la tuya; no lo olvides.

Sus duras palabras en una manana tan bonita como es la de Reyes me retuercen el corazon. ?Sera capullo! Su casa. Su sobrino. Pero no dispuesta a llorar como una imbecil, saco mi mal genio y siseo mientras recojo con premura todos los regalos del nino y los meto en la bolsa original:

—Muy bien. Le hare un cheque a tu sobrino. Seguro que eso le gusta mas.

Se que mis palabras y en especial mi tono de voz molestan a Eric, pero estoy dispuesta a molestarle mucho, mucho y mucho.

—Dijiste que la habitacion vacia de esta planta era para mi, ?verdad?

Eric asiente, y yo me encamino hacia ella. Abro la puerta del salon y me encuentro con Simona, Norbert y Flyn. Miro al pequeno y digo con sus regalos en la mano:

—Ya puedes entrar. Lo que tu tio y yo teniamos que hablar ya esta hablado.

Con premura me encamino hacia esa habitacion, abro la puerta y dejo caer en el suelo el skate y todos sus accesorios. Con el mismo brio, regreso al salon. Simona y Norbert han desaparecido y solo estan Eric y Flyn, que me miran al entrar. Con el gesto desencajado le digo al pequeno, que me observa:

—Luego, te doy un cheque. Eso si, no esperes que sea tan abultado como el de tu tio, pues punto uno: no estoy de acuerdo con darte tanto dinero y punto dos: ?yo no soy rica!

El crio no responde. El mal rollo esta instalado en el comedor y no estoy dispuesta a ser yo quien lo cambie. Por ello, saco el sobre que Eric me ha entregado, lo abro y, al ver un cheque en blanco, se lo devuelvo.

—Gracias, pero no. No necesito tu dinero. Es mas, ya me di por regalada con todas las cosas que me compraste el otro dia.

No responde. Me mira. Ambos me miran, y como un huracan asolador, senalo el arbol, dispuesta a rematar el momentito «Navidad».

—Vamos, chicos, continuemos con esta bonita manana. ?Que tal si leemos los deseos de nuestro arbol? Quiza alguno se ha cumplido.

Se que los estoy llevando al limite. Se que lo estoy haciendo mal, pero no me importa. Ellos, en pocos dias, me han sacado de mis casillas. De pronto, el nino grita:

—?No quiero leer los tontos deseos!

—?Y por que?

—Porque no —insiste.

Eric me mira. Comprende que estoy muy cabreada y le desconcierta no saber como pararme. Pero yo estoy embravecida, enloquecida de rabia por estar aqui con estos dos obtusos y tan lejos de mi familia.

—Venga, ?quien es el primero en leer un deseo del arbol?

Ninguno habla, y al final, comicamente cojo yo un deseo.

—Muy bien..., ?yo sere la primera y leere uno de Flyn!

Le quito la cinta verde y, cuando lo estoy desenrollando, el pequeno se lanza contra mi y me lo quita de las manos. Le miro sorprendida.

—?Odio esta Navidad, odio este arbol y odio tus deseos!—exclama—. Has enfadado a mi tio y por tu culpa el dia de hoy esta siendo horrible.

Miro a Eric en busca de ayuda, pero nada, no se mueve.

Deseo gritar, montar la tercera guerra mundial en el salon, pero al final hago lo unico que puedo hacer. Agarro el punetero arbol de Navidad rojo y a rastras lo saco del salon para meterlo en la habitacion donde he dejado anteriormente el skateboard.

—Senorita Judith, ?esta usted bien? —pregunta Simona, descolocada.

?Pobre mujer! ?Vaya mal rato que esta pasando!

—Relajese —anade antes de que yo le pueda responder, y me coge de las manos—. El senor, en ocasiones, es algo recto con las cosas del nino, pero lo hace por su bien. No se enfade usted, senorita.

Le doy un beso en la mejilla. ?Pobre!, y mientras camino escaleras arriba murmuro:

—Tranquila, Simona. No pasa nada. Pero voy a refrescarme, o esto va a terminar peor que «Locura esmeralda».

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