Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис (читаемые книги читать txt) 📗
«Vaya, vaya —penso Viktor, poniendose en guardia—. Este canalla es un enemigo. Es un actor, te compra por unos centimos... —De repente comprendio que le costaba trabajo apartarse de Pavor—. No olvides que se trata de un funcionario. Por definicion, carece de ideas: los jefes le dan una orden y el trabaja por la pitanza. Si le ordenan defender a los mohosos, los defendera. Ya conozco a estos canallas, ya los he visto actuar...»
Pavor reprimio su emocion y sonrio.
—Se lo que esta pensando. Veo en su rostro que intenta adivinar por que este tipo me molesta, que quiere de mi. Pues imaginese que no quiero nada de usted. Quiero alertarlo sinceramente, quiero que usted entienda, que elija el bando correcto... —Sonrio torcidamente, como con dolor—. No quiero que se convierta en un traidor a la humanidad. Despues recapacitara, pero ya sera tarde... Ni siquiera le propongo que se vaya de aqui, he venido a verle para insistir en ello. Llegan tiempos duros, los que mandan son presa de un feroz celo administrativo, a algunos les han senalado que trabajan mal, que no hay orden... Pero eso es una tonteria sin importancia, de eso podemos hablar despues. Lo fundamental no es lo que tendra lugar manana, manana seguiran metidos tras las alambradas, protegidos por esos cretinos... —Mostro de nuevo los dientes—. Pero dentro de diez anos...
Viktor no logro enterarse de lo que ocurriria dentro de diez anos. La puerta de la habitacion se abrio sin aviso y entraron dos hombres, enfundados en impermeables grises identicos, y enseguida se dio cuenta de quienes se trataba. Sintio como se le formaba el habitual nudo en la garganta y, sumiso, se puso de pie, presa de nauseas y debilidad. Pero le ordenaron sentarse y a Pavor le dijeron que se pusiera de pie.
—Pavor Summan, esta detenido.
Pavor, palido hasta un color blanco azulado, se levanto automaticamente.
—La orden —exigio con voz ronca.
Le ensenaron un papel y, mientras lo examinaba con ojos incapaces de leer nada, lo tomaron de los brazos, lo sacaron de la habitacion y cerraron la puerta a sus espaldas. Viktor permanecio sentado, sin fuerzas, mirando el bol y repitiendo para sus adentros: «Que se devoren entre si, que se devoren entre si...». Esperaba oir el ruido del coche en la calle, el golpe de las portezuelas, pero no llegaba. Entonces encendio un cigarrillo y, dandose cuenta de que no podia continuar alli sentado, sintiendo que tenia necesidad de hablar con alguien, de distraerse o, por lo menos, de beber en compania de alguien, salio al pasillo. «?Como averiguaron que estaba en mi habitacion? No, no quiero saberlo. Eso no me interesa de ninguna manera...» En el rellano de la escalera daba paseitos el profesional larguirucho. Era tan raro verlo solo que Viktor miro en torno suyo, y por supuesto, en el sofa del rincon estaba sentado el jovencito del portafolios, que leia un periodico.
—Pues es el, nada menos —dijo el larguirucho, y el jovencito miro a Viktor, se levanto y se puso a doblar el periodico—. Precisamente venia a verlo. Pero ya que todo ha salido asi, venga a nuestra habitacion, alli habra mas calma.
A Viktor le daba lo mismo adonde ir, y sin decir nada los siguio hasta el tercer piso. El larguirucho estuvo largo rato abriendo la puerta de la habitacion trescientos doce. Tenia un enorme manojo de llaves y, al parecer, las probo todas. Mientras tanto, Viktor y el jovenzuelo de gafas habian permanecido a su lado. La expresion del rostro del jovenzuelo era de total hastio, y Viktor penso que ocurriria si le machacaba ahora la cabeza, le quitaba el portafolios y echaba a correr por el pasillo. Entraron en la suite, y al momento el jovenzuelo entro en el dormitorio de la izquierda, mientras el larguirucho desaparecia en el dormitorio de la derecha, despues de decirle a Viktor: «Aguarde un momento». Viktor se sento tras una mesa de caoba y se puso a seguir con los dedos los circulos rugosos que vasos y copas habian dejado sobre la superficie pulida.
Habia muchisimos circulos, no habian cuidado la mesa, no les habia importado que fuera de caoba, en sus bordes se veian quemaduras, dejadas por cigarrillos encendidos, y se distinguia al menos una mancha de tinta. El jovenzuelo salio de su dormitorio, esta vez sin portafolios y sin chaqueta, llevaba pantuflas caseras, un periodico en una mano y un vaso lleno en la otra. Se sento en su butacon, bajo una lampara de pie, y al momento el larguirucho salio de su dormitorio con una bandeja que coloco sobre la mesa sin dilacion. En la bandeja habia una botella comenzada de escoces, un vaso y una gran caja cuadrada, forrada de seda azul.
—Primero, las formalidades —dijo el larguirucho—. Aunque no, mejor comenzamos buscando otro vaso. —Miro en torno suyo, tomo el vaso para lapices del escritorio, examino su interior, lo soplo y lo coloco sobre la bandeja—. Ahora, las formalidades.
Se irguio, estirando las manos a lo largo de las costuras del pantalon y abrio los ojos con severidad. El jovenzuelo aparto el periodico y se levanto, mirando a la pared con ojos de aburrimiento. Entonces, Viktor tambien se levanto.
—?Viktor Banev! —pronuncio el larguirucho con voz pomposa y oficial—. ?Estimadisimo senor! ?Por orden especial del senor Presidente y en su nombre, le hago entrega de la medalla Trebol de plata de segundo grado, por los servicios especiales prestados por usted al departamento que tengo el honor de representar!
Abrio la caja azul, con gesto solemne extrajo de alli la medalla, que llevaba una cinta blanca, y la coloco sobre el pecho de Viktor. El jovenzuelo estallo en aplausos corteses. Despues, el larguirucho le entrego a Viktor el documento de condecoracion y la caja, le dio un apreton de manos y tambien comenzo a aplaudir. Viktor, que se sentia como un idiota, aplaudio tambien.
—Y ahora, tenemos que mojar esa medalla —propuso el larguirucho.
Se sentaron todos. El larguirucho sirvio el whisky, tomando para si el vaso para lapices.
—?Por el nuevo caballero del Trebol! —proclamo.
Los tres volvieron a ponerse de pie, intercambiaron sonrisas, bebieron y se sentaron de nuevo. El jovenzuelo de las gafas cogio de nuevo el periodico y se puso a leer.
—Creo que ya tenia usted la medalla de tercer grado —dijo el larguirucho—. Ahora solo le hace falta la de primer grado y sera un caballero completo. Podra viajar gratis y todo lo demas. ?Por que le otorgaron la primera medalla?
—No recuerdo —dijo Viktor—. Ocurrio algo, creo que mate a alguien... Ah, si. Por la plaza de armas de Kitchingan.
—?Oh! —exclamo el larguirucho y sirvio una nueva ronda—. Yo no combati en la guerra. Era demasiado joven.
—Tuvo suerte —replico Viktor; todos bebieron—. Sin que salga de aqui, no entiendo por que me han dado esta medalla.
—Ya se lo he dicho: por servicios especiales.
—?Por Summan, o que? —pronuncio Viktor, con un rictus de amargura.
—?Que tonterias! —respondio el larguirucho—. Usted es una persona importante, sobre todo en esos circulos... —Hizo un gesto indefinido con un dedo junto a su oreja.