Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис (читаемые книги читать txt) 📗
—?No oyo anoche el tiroteo? —pregunto el portero.
—No —dijo Viktor, poniendose en guardia—. ?Que paso?
—Pues lo que paso fue que cuando nos retirarnos de alli, hubo quien se nego a hacerlo y algunos descerebrados cortaron los alambres y entraron. Los ametrallaron.
—Rayos.
—Yo no lo vi —dijo el portero—. Es lo que la gente cuenta. —Examino atentamente los alrededores, le hizo un gesto a Viktor para que se aproximara y le hablo al oido—: Nuestro Teddy estaba alli, recibio una herida leve. Nada de importancia. Ahora esta reposando en su casa.
—Que lastima —balbuceo Viktor con tristeza.
Le dio al portero otro punado de fresas, tomo la llave y subio a su habitacion. Sin desvestirse, marco el numero de Teddy. Su nuera le dijo que no era nada, que la bala le habia atravesado la nalga, y ahora descansaba acostado boca abajo, bebia vodka y maldecia. Y ella se disponia a ir a la casa del encuentro, a ver a su hijo. Viktor le pidio que le transmitiera a Teddy su saludo, le prometio pasar a verlo y colgo. Aun tenia que telefonear a Lola, pero se imaginaba la conversacion, los reproches, los gritos, y decidio no llamar. Se quito el impermeable, echo un vistazo a las fresas, bajo a la cocina y pidio un bote de crema. Cuando volvio, se encontro a Pavor en su habitacion.
—Buenos dias —dijo Pavor, con una sonrisa deslumbrante.
Viktor se aproximo a la mesa, echo las fresas en un bol, las cubrio de crema, las espolvoreo con azucar y se sento a comer.
—Hola, hola —dijo, sombrio—. ?Que le trae por aqui?
No tenia ganas de mirar a Pavor. En primer lugar, porque era un canalla, y en segundo, porque resulta desagradable mirar a la persona a la que has denunciado. Incluso siendo un canalla, incluso si tu delacion se realizo a partir de los principios mas impecables.
—Escuche, Viktor, estoy dispuesto a darle una disculpa. Los dos nos comportamos como idiotas, pero yo fui el peor. Todo eso se debe a problemas de trabajo. Le presento mis mas sinceras disculpas. Me seria particularmente desagradable el hecho de que nos pelearamos por semejante tonteria.
Viktor revolvio las fresas con una cuchara y comenzo a comer.
—Oh, Dios, en los ultimos tiempos tengo tan mala suerte que me he peleado con todo el mundo —prosiguio Pavor—. Y nadie me tiene simpatia, nadie me apoya, y el cerdo del burgomaestre me ha metido en un asunto asqueroso...
—Senor Summan —dijo Viktor—. Deje de hacerse el tonto. Es capaz de fingir muy bien, pero para suerte mia lo conozco perfectamente, y no me causa placer alguno ser testigo de su talento artistico. Larguese y no me eche a perder el apetito.
—Viktor —pronuncio Pavor, con tono de reproche—, ambos somos personas adultas. No se le puede conceder tanta importancia a lo que se dice tras un par de copas. ?Acaso cree que profeso esas estupideces que proclamo? Tenia migrana, estaba resfriado, no me va bien... ?Que mas puede pedirle a una persona?
—Lo que le pido a cada persona es que no me rompa el craneo por la espalda —explico Viktor—. Y si me tiene que golpear, cosa que a veces pasa, que no se haga pasar despues por amigo mio.
—Ah, se trata de eso —repuso Pavor, pensativo. Su rostro se demudo al instante—. Mire, Viktor, ahora se lo explico. Fue una casualidad. No tenia idea de que se trataba de usted. Ademas... Usted mismo dice que esas cosas a veces pasan.
—Senor Summan —dijo Viktor, que lamia la cuchara—. Nunca me han gustado las personas de su profesion. Hasta le pegue un tiro a uno de ellos: un tipo muy valiente cuando se trataba de acusar de deslealtad a los oficiales en el estado mayor, pero cuando lo mandaron a primera linea... En una palabra, larguese.
Pero Pavor no se marchaba. Encendio un cigarrillo, cruzo las piernas y se reclino en el asiento. Era comprensible: un tipo corpulento, que seguramente sabia karate y llevaba en el bolsillo un puno americano... «Que bueno seria tener ahora un ataque de furia... Vaya, me esta echando a perder la merienda...»
—Veo que sabe usted muchas cosas. Eso no es bueno. Quiero decir, para usted. Esta bien. En todo caso, no sabe que lo respeto y lo estimo con toda sinceridad. Estoy dispuesto a expresar cuanto lamento el incidente del golpe. Puedo incluso reconocer que sabia a quien le pegaba, pero no podia hacer otra cosa. Un testigo yacia al doblar la esquina, y usted se metio en medio. En pocas palabras, lo unico que podia hacer era pegarle con la mayor delicadeza, y eso fue lo que hice. Le ofrezco mis mas sinceras excusas.
Pavor hizo un gesto de aristocrata. Viktor lo miro incluso con cierta curiosidad. En aquella situacion habia algo nuevo, algo no experimentado antes, algo dificilmente imaginable.
—Sin embargo —prosiguio Pavor—, disculparme por trabajar en un departamento que usted conoce bien es algo que no puedo y que tampoco deseo. Por favor, no se imagine que alli se congregan solamente los que aniquilan el pensamiento libre o canallas que hacen carrera. Si, yo trabajo en el contraespionaje. Si, mi trabajo es sucio. Pero todo trabajo es sucio, no existen trabajos limpios. En sus novelas usted vuelca el subconsciente, su famosa libido, y en mi caso es de otra manera... No puedo contarle los detalles, pero seguramente usted se los imagina. Si, vigilo la leproseria, odio a esos monstruos purulentos, les tengo miedo, y no porque me amenacen, sino porque amenazan a todas las personas que tienen algun valor. A usted, por ejemplo. A usted, que no comprende absolutamente nada. Es un creador, una persona libre y emocional, mucho asombro y muchas conversaciones. Pero se trata del futuro del sistema. Si lo quiere, del destino de la humanidad. Usted maldice al senor Presidente: un dictador, un tirano, un imbecil... Pero se acerca una dictadura tal que ustedes, los creadores libres, no pueden ni siquiera imaginar. Hace poco dije muchas tonterias en el restaurante, pero lo fundamental es verdad: el hombre es un animal anarquico, y la anarquia lo devorara si el sistema no es suficientemente rigido. Y resulta que esos leprosos suyos prometen una rigidez tal que no quedara sitio para el hombre corriente. Usted considera que si una persona cita a Zurzmansor o a Hegel es una maravilla. Pues esa persona lo mira a usted y ve un monton de mierda, ya que segun Hegel usted es solo mierda, y segun Zurzmansor tambien. Mierda, por definicion. Y a esa persona no le interesa lo que queda mas alla de las fronteras de esa definicion. El senor Presidente, debido a sus limitaciones congenitas, puede ladrarle, en el peor de los casos dara la orden de que lo metan en la carcel, y despues, en las fiestas, lo amnistiara emocionado e incluso lo invitara a comer con el. Pero Zurzmansor lo mirara a usted con una lupa, lo clasificara: mierda de perro que no sirve para nada, meditara, y debido a su enorme inteligencia, a su filosofia general, lo barrera de la mesa con un trapo sucio, lo echara al cubo de la basura y se olvidara de que usted ha existido...
Viktor dejo hasta de comer. Se trataba de un espectaculo extrano, inesperado. Pavor se emocionaba, le temblaban los labios, la sangre le habia huido del rostro, jadeaba incluso. Era obvio que creia en lo que decia, en sus ojos aterrorizados se habia congelado la vision de un mundo horrible.