Que dificil es ser Dios - Стругацкие Аркадий и Борис (читать книги онлайн бесплатно серию книг .txt) 📗
— Ahora mismo vuelvo — dijo Rumata, y corrio hacia la isba.
Don Gug seguia sentado frente a la mesa, con la mirada fija ante el y acariciandose la barbilla. El padre Kabani estaba a su lado, diciendo:
— Eso es lo que ocurre siempre, amigo mio. Uno procura hacer las cosas del mejor modo posible, y siempre resulta que es el peor.
Rumata cogio su espada y el tahali.
— Suerte, Pashka — dijo -. Y no te preocupes. Lo unico que nos ocurre es que estamos cansados e irritados.
Don Gug movio dubitativamente la cabeza.
— Ten cuidado, Anton — dijo -. Ten mucho cuidado. El tio Sasha lleva aqui muchos anos y sabe lo que se hace. Pero tu…
— Yo lo unico que quiero es dormir — dijo Rumata -. Padre Kabani, tened la bondad de llevar mis caballos al baron de Pampa. Decidle que ire a verle dentro de unos dias.
Afuera se oyo el girar de las helices. Rumata se despidio con un gesto de la mano y salio de nuevo de la isba. A la luz de los potentes faros del helicoptero, los matorrales de helechos gigantes y los blancos troncos de los arboles tenian un aspecto espantosamente siniestro. Rumata subio a la cabina y cerro la puerta.
La cabina olia a ozono, al plastico de la tapiceria y a agua de colonia. Don Kondor hizo ascender el aparato y lo dirigio con mano segura siguiendo la carretera de Arkanar. Yo no podria pilotar asi ahora, penso Rumata con envidia. Tras el, Budaj chasqueaba tranquilamente la lengua mientras dormia.
— Anton — dijo Don Kondor -. No quisiera ser indiscreto ni mucho menos dar motivos para que creas que me quiero meter en tus cosas particulares. Sin embargo…
— Adelante — dijo Rumata, que supuso inmediatamente de que se trataba -. Te escucho.
— Nosotros somos exploradores — dijo Don Kondor -. Por eso, todo lo que realmente queramos debemos tenerlo lejos de aqui, en la Tierra, o dentro de nosotros mismos, para que nadie pueda arrancarnoslo y llevarselo como rehen.
— ?Te refieres a Kira?
— Si. Y si lo que conozco de Don Reba es cierto, mantenerlo sujeto va a ser una empresa dificil y peligrosa. ?Comprendes lo que quiero decir?
— Si, lo comprendo. Pensare en lo que se puede hacer.
Estaban acostados a oscuras, con las manos entrelazadas. La ciudad estaba en silencio, tan solo de tarde en tarde se oia el piafar y el cocear de unos caballos, no muy lejos. Rumata se adormecia a ratos, pero se despertaba en seguida cuando Kira retenia la respiracion. En suenos, Rumata apretaba fuertemente la mano de la muchacha.
— Estas deseando dormir — dijo Kira en voz muy baja -. Duerme.
— No, no; sigue contandome, te escucho.
— Pero te estas durmiendo a cada instante.
— No importa, sigo escuchandote de todos modos. Estoy muy cansado, pero mi deseo de estar contigo y oirte es mayor que mi cansancio. Cuentame lo que quieras, todo lo tuyo me interesa.
Ella, agradecida, restrego su nariz contra el hombro de el, le dio un beso en la mejilla y siguio contandole como habia venido a verla el chico del vecino, de parte de su padre.
— Mi padre esta en cama. Lo han echado de su trabajo y. como despedida, lo han apaleado. Ultimamente no come nada, no hace mas que beber. Se ha puesto azulado y casi siempre esta temblando. El chico me ha dicho tambien que mi hermano ha vuelto. Esta herido, pero contento y borracho, y tiene un uniforme nuevo. Le dio dinero a mi padre, bebio con el, y amenazo con que arrastrarian a todos. Ahora es teniente de un destacamento especial, ha jurado fidelidad a la Orden, y dice que piensa hacerse monje. Mi padre me ha mandado a decir que no vaya por casa, pase lo que pase. Mi hermano a dicho que «le ajustara las cuentas a esa sucia puta pelirroja por haberse liado con un noble.»
Si, penso Rumata, no puede volver a su casa. Y tampoco puede seguir aqui, porque si le ocurriera algo… Rumata sintio que una mano helada le estrujaba el corazon al pensar en aquella posibilidad.
— ?Duermes? — pregunto Kira.
Rumata se desperto y aflojo la presion de su mano.
— No, no. ?Que mas hiciste?
— Puse orden en tus habitaciones. Tenias un desbarajuste espantoso. Y he encontrado un libro escrito por el padre Gur. En el se habla de un principe que se enamoro de una joven preciosa, pero salvaje, que vivia mas alla de las montanas. Como ella era completamente salvaje pensaba que el principe era un dios, pero a pesar de todo lo queria mucho. Pero luego tuvieron que separarse, y ella murio de pena.
— Es un magnifico libro — dijo el. — A mi me hizo llorar, porque parecia que hablara de nosotros.
— Si, se refiere a nosotros, y a todos los que se aman mutuamente. Pero a nosotros no nos separaran.
Lo mas seguro seria enviaria a la Tierra, penso Rumata. Pero, ?que va a hacer ella alli, sin mi? ?Y como me las arreglare yo aqui sin ella? Podriamos pedirle a Anka que fuera tu amiga alli. ?Pero que hare yo sin ti? No, nos iremos juntos a la Tierra. Yo mismo conducire la nave, y tu iras sentada a mi lado y yo te ire explicando todo para que no te asustes, para que le tomes carino a la Tierra desde el primer momento, para que nunca sientas el haber abandonado tu horrible patria. Porque esta no es tu patria, Kira. Tu patria renego de ti. Tu has nacido mil anos antes de tu tiempo. Y eres buena, leal, abnegada, desinteresada… Personas como tu han nacido en nuestros dos planetas en todas las epocas de sus sangrientas historias. Eran almas nobles y limpias que desconocian el odio y no admitian la crueldad. Eran victimas. Victimas inutiles. Mucho mas inutiles que Gur el Escritor o Galileo. Porque los que son como tu ni siquiera luchan. Para poder luchar hace falta saber odiar, y vosotros no sabeis. Lo mismo que nosotros ahora…
Rumata volvio a quedarse dormido, y vio a Kira con un cinturon antigravitatorio al borde del tejado plano del Soviet, y a Anka, alegre y burlona, que la empujaba impacientemente para que saltara a un precipicio de kilometro y medio de profundidad.
— Rumata — dijo Kira -. Tengo miedo.
— ?De que, pequena?
— Tu no haces mas que callar. Tengo miedo.
Rumata la atrajo hacia si.
— Tienes razon — murmuro -. Ahora hablare yo, y tu me escucharas atentamente. Lejos, muy lejos de aqui, mas alla de la saiva, hay un castillo fuerte e inexpugnable. En el vive el alegre y simpatico baron de Pampa, el baron mas noble y bueno de Arkanar. Pampa tiene una esposa muy bella y carinosa, que lo ama con locura cuando esta normal, pero que no lo puede soportar cuando esta borracho.
Rumata callo un momento y escucho atentamente. Se oia un ruido, como el producido por muchos cascos de monturas y por la respiracion agitada de personas y caballos.