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Ciudad Maldita - Стругацкие Аркадий и Борис (бесплатные книги онлайн без регистрации TXT) 📗

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—De ninguna manera —dijo Andrei—. Eso no es un caso, es un absurdo, puro misticismo...

—?Como algo puede ser mistico si hay declaraciones de testigos? Hay victimas. ?Desaparece gente, Voronin!

—No entiendo como se puede instruir un caso que se basa en leyendas y rumores —dijo Andrei con expresion sombria.

El jefe tosio, tenso, con un sonido sibilante.

—Hay que mover las neuronas, Voronin. Rumores, leyendas, es verdad. Un aura de misticismo, es verdad. ?Y para que? ?Quien se beneficia? ?De donde parten los rumores? ?Quien los genera? ?Quien los difunde? ?Con que objetivo? Y, lo fundamental, ?adonde va a parar la gente? ?Me ha entendido, Voronin?

—Lo entiendo, jefe —dijo Andrei, haciendo acopio de valor—. Pero no estoy a la altura de ese caso. Prefiero ocuparme solo de delitos comunes. La ciudad esta llena de delincuentes...

—?Y yo prefiero cultivar tomates! —dijo el jefe—. Adoro los tomates, pero aqui no se consiguen a ningun precio. Usted esta trabajando, Voronin, y a nadie le importa cuales son sus preferencias: le han asignado el caso del Edificio: tenga la bondad de investigarlo. Ya veo que no sabe hacerlo. En otras circunstancias, no le hubiera asignado ese caso. Pero en las actuales, se lo asigno. ?Por que? Porque usted es uno de los nuestros, Voronin. Porque usted no esta aqui de paso, sino en el combate. Porque no vino aqui por egoismo, sino en aras del Experimento. No hay mucha gente asi, Voronin. Y por eso, ahora voy a contarle algo que un funcionario de su nivel no tiene por que saber.

El jefe se recosto en el asiento y permanecio callado unos momentos, con una mueca en la cara mientras su pecho seguia silbando.

—Combatimos con gangsters, delincuentes y bribones, eso lo sabe todo el mundo, es algo necesario. Pero ellos no constituyen el peligro numero uno, Voronin. En primer lugar, aqui existe un fenomeno de la naturaleza llamado Anticiudad. ?Lo ha oido mentar? No, no lo ha oido. Y eso es correcto. No debia haberlo oido. ?Y que nadie vaya a oirlo de sus labios! Es un secreto oficial con mayusculas. Anticiudad. Hay informes de que hacia el norte existen algunos asentamientos, uno, dos, varios, no se sabe. Pero ellos lo saben todo de nosotros. Es probable que se trate de una invasion. Muy peligroso. El fin de nuestra ciudad. El fin del Experimento. Hay espionaje, intentos de sabotaje, maniobras diversivas, difusion de rumores para desmoralizar y crear el panico. ?Entiende la situacion, Voronin? Veo que si. Otra cosa. Aqui mismo, en la ciudad, junto a nosotros, entre nosotros, viven personas que no han venido en aras del Experimento, sino por otros motivos mas o menos basados en la codicia. Nihilistas, gente que esta en un exilio interior, elementos descreidos, anarquistas... Entre ellos hay pocos elementos activos, pero hasta los pasivos son peligrosos. La subversion moral, la negacion de los ideales, los intentos de azuzar a un estrato de la poblacion contra otro, el escepticismo destructivo. Un ejemplo: alguien a quien usted conoce, un tal Katzman...

Andrei se estremecio. El jefe lo miro con dureza a traves de sus parpados hinchados y quedo callado un instante.

—losif Katzman —prosiguio—. Un individuo curioso. Tenemos informes de que viaja al norte con frecuencia, pasa alli cierto tiempo y despues regresa. Ademas, no cumple con su trabajo, pero eso no es asunto nuestro. Que mas hay. Las conversaciones. Usted debe estar al tanto de eso.

Andrei asintio involuntariamente, pero se dio cuenta y puso cara de poker.

—Lo mas importante para nosotros: lo han visto cerca del Edificio. En dos ocasiones. Una vez lo vieron salir de alli. Supongo que he tomado un ejemplo valioso y lo he relacionado adecuadamente con el caso del Edificio. Hay que investigar ese caso, Voronin. Ahora no puedo asignarle ese caso a nadie mas. Hay gente tan fiel como usted, y mucho mas habiles, pero estan ocupados. Es todo. No tengo nada mas que decirle. Y vaya con la cabeza bien alta. Investigue el caso del Edificio a marchas forzadas, Voronin. Tratare de quitarle el resto de los casos. Venga a mi despacho manana, a las dieciseis cero cero, y presenteme su plan de investigacion. Esta libre.

Andrei se levanto.

—?Ah! Un consejo. Le recomiendo que preste atencion al caso de las Estrellas Fugaces. Estudielo con cuidado. Quiza haya alguna relacion. Quien se ocupa ahora de ese caso es Chachua, vaya a verlo, revise el expediente. Consulte con el.

Andrei se inclino con torpeza y se dirigio a la salida.

—?Una cosa mas! —dijo el jefe, y Andrei se detuvo junto a la puerta—. Tenga en cuenta que el Fiscal General esta especialmente interesado en el caso del Edificio. ?Especialmente! Asi que, ademas de usted, alguien de la fiscalia se va a ocupar del caso. Trate de no cometer omisiones que tengan que ver con sus inclinaciones personales, y no se exceda. Esta libre, Voronin.

Andrei cerro la puerta a sus espaldas y se recosto en la pared. Sentia dentro de si un vacio poco claro, cierta indefinicion. Esperaba una rina, una sacudida de los jefes, el despido quiza o el traslado a la policia. Pero en lugar de eso, era como si lo hubieran elogiado, lo hubieran seleccionado entre sus colegas para confiarle un caso que se consideraba de primordial importancia. Solo un ano atras, cuando todavia era basurero, las llamadas de atencion en el trabajo lo hubieran hecho sentirse muy mal, y las misiones importantes lo hubieran elevado a la cima de la alegria y al entusiasmo mas febril. Pero entonces sentia por dentro un crepusculo indefinido, y trataba de entenderse a si mismo con el mayor cuidado, y de paso, descubrir las complicaciones y molestias inevitables que sin duda surgirian en estas nuevas circunstancias.

«Izya Katzman. Charlatan. Siempre parloteando. Lengua malvada, venenosa. Cinico. Y al mismo tiempo, y eso es imposible negarlo, no tiene nada suyo, es bondadoso, desinteresado hasta el absurdo, y en la vida cotidiana esta indefenso... Pero el caso del Edificio. Y la Anticiudad. Demonios... Bien, lo investigaremos.»

Regreso a su despacho y sintio cierta perplejidad al encontrarse alli a Fritz, sentado tras su mesa, fumando un cigarrillo y revisando con atencion sus casos, que habia sacado de la caja fuerte.

—?Que, te han dado un buen repaso? —pregunto, levantando la mirada hacia Andrei.

Este, sin responder, cogio un cigarrillo, lo encendio y le dio varias caladas. Despues miro a su alrededor buscando donde sentarse, y vio el taburete vacio.

—?Y donde esta ese tipo?

—En el calabozo —respondio Fritz, despectivo—. Lo mande a pasar la noche en el calabozo y ordene que no le dieran de comer, de beber ni de fumar. Lo confeso todito, hasta el menor detalle, y ademas dio los nombres de otros dos, de los que no sabiamos nada. Pero es bueno darle una leccion a ese lloron. El acta... —Cambio de lugar varias carpetas—. Yo mismo la grape al expediente, ya la encontraras. Lo puedes enviar manana a la fiscalia. Me conto algo curioso, quiza pueda utilizarlo en alguna ocasion...

Andrei fumaba y contemplaba aquella cara larga y bien cuidada, los ojos claros e inquietos. Admiraba involuntariamente los movimientos seguros de aquellas manos grandes, masculinas de verdad. Fritz habia crecido en los ultimos tiempos. En el no quedaba ya casi nada de aquel suboficial estirado. El descaro brutal habia dejado paso a una seguridad en si mismo bien definida, ya no lo enojaban las bromas, no se quedaba pasmado y no se comportaba como un asno. En una epoca comenzo a visitar a Selma, pero provocaron un escandalo; Andrei le dijo un par de cosas. Y Fritz se aparto tranquilamente.

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