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Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк (читать книги онлайн бесплатно полные версии TXT) 📗

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Esa era la orden que queria yo recibir y la que estaba esperando. Queria libertad para llevar a cabo mis planes.

—Asi que largo —dice—, y puedes contarle al senor Foster lo que quieras. A lo mejor consigues que se crea que Jim es tu negro, porque hay idiotas que no exigen documentos, o por lo menos eso me han dicho que pasa aqui en el Sur. Y cuando le digas que la octavilla y la recompensa son falsos, a lo mejor te cree cuando le expliques por que se repartieron. Ahora largo y dile lo que quieras, pero cuidado con darle a la sin hueso en ninguna parte, hasta que llegues alli.

Asi que eche a andar hacia el campo. No mire atras, pero tuve la sensacion de que me estaba vigilando. Pero sabia que podia conseguir que se cansara de mirarme. Segui andando hacia el campo lo menos una milla antes de pararme; despues deshice el camino por el bosque hacia la casa de Phelps. Calcule que mas valia empezar con mi plan sin perdida de tiempo porque queria evitar que Jim dijera nada hasta que se marcharan aquellos tipos. No queria problemas con gente asi. Ya estaba harto de ellos y queria perderlos de vista para siempre.

Capitulo 32

Cuando llegue estaba todo en calma, como si fuera domingo, hacia calor y brillaba el sol; los esclavos se habian ido a los campos y no se oia mas que ese zumbido de los insectos y las moscas en el aire que le hace a uno sentir tan solo como si todo el mundo se hubiera muerto y desaparecido, y si sopla una brisa y hace temblar las hojas, se siente uno triste porque es como si fueran los espiritus que dicen algo, unos espiritus que llevan muertos muchos anos, y siempre piensas que estan hablando de ti. En general, le dan a uno ganas de estar muerto, y de haber acabado con todo.

La casa de Phelps era una de esas plantaciones de algodon muy pequenas, que son todas iguales. Una valla de troncos en torno a un patio de dos acres; una entrada hecha de troncos aserrados y puestos en el suelo, como escalones de diferentes alturas para pasar por encima de la valla y para que se suban en ella las mujeres cuando van a montar a caballo; unos matojos de hierba en el patio, pero en general todo muy arido yliso, como un sombrero viejo y desgastado; una casa grande de troncos dobles para los blancos: troncos acabados con los agujeros tapados con adobe o mortero y con esas separaciones que se encalan de vez en cuando; una cocina de troncos redondos con un pasillo ancho y abierto pero techado que llevaba a la casa, una cabana de troncos para ahumar carnes detras de la cocina, tres pequenas cabanas de troncos para los negros, puestas en una fila al otro lado de la cabana para ahumar, otra cabana aislada contra la valla de atras y unas casetas del otro lado; un deposito para la cal viva y un gran caldero en el que hervir el jabon junto a la caseta; un banco junto a la puerta de la cocina, un cubo de agua y una calabaza; un perro dormido al sol; mas perros dormidos a un lado y al otro, arbustos y moreras en un sitio junto a la valla; al otro lado de la valla, un huerto y un plantel de sandias, y despues los campos de algodon y mas alla los bosques.

Di la vuelta y trepe por encima de la portezuela de atras junto a donde estaba la cal viva, y fui a la cocina. Al cabo de unos pasos oi el zumbido sordo de una rueca y entonces comprendi que mas me valdria estar muerto, porque es el ruido mas solitario de todo el mundo.

Segui adelante, sin hacerme ningun plan concreto, confiando solo en que la Providencia me pusiera las palabras acertadas en la boca cuando llegara el momento, pues habia advertido que la Providencia siempre me ponia en la boca las palabras exactas si la dejaba en paz.

Cuando estaba a mitad de camino, primero un perro y despues otro se levantaron, asi que naturalmente me pare frente a ellos, totalmente inmovil. ?Y menudo jaleo armaron! Al cabo de un cuarto de minuto se podria decir que yo era como el eje de una rueda y que los radios eran los perros, un circulo de quince de ellos que me daba vueltas, con los cuellos y las narices apuntados hacia mi, ladrando y aullando, y llegaban cada vez mas; se los veia saltar las vallas y salir de las esquinas por todas partes.

De la cocina salio corriendo una negra con un rodillo de amasar en la mano gritando: «?Fuera! ?Tu, Tige! ?Tu, Spot! ?Fuera, digo!» Y les dio un golpe primero a uno y luego a otro, que se fueron aullando, y despues siguio el resto, y al cabo de un segundo la mitad de ellos volvieron, meneando las colas y haciendose amigos mios. La verdad es que los perros no son malos bichos.

Y detras de la mujer aparecieron una nina negra y dos ninos negros que no llevaban nada puesto mas que unas camisas de lino y se agarraban al vestido de su madre y me miraban desde detras de las faldas muy timidos, como hacen todos. Entonces salio corriendo de la casa la mujer blanca, que tendria cuarenta y cinco o cincuenta anos, sin sombrero y con el huso de la rueca en la mano, y detras de ella sus hijos blancos, que eran igual de timidos que los negros. Sonreia de oreja a oreja, y va y dice:

—?Eres tu por fin! ?Verdad?

Solte un «si, senora» antes de pensarmelo.

Me abrazo y despues me tomo de las dos manos y me las estrecho muchas veces, sin parar de decir: «No te pareces tanto a tu madre como yo creia, pero la verdad es que no me importa nada. ?Me alegro tanto de verte! ?Dios mio, Dios mio, si es que podria comerte! ?Ninos, es vuestro primo Tom! A ver si lo saludais.

Pero agacharon las cabezas, se llevaron los dedos a la boca y se escondieron detras de las faldas de su madre. Entonces ella siguio diciendo:

—Lize, deprisa, preparale un desayuno caliente ahora mismo. ?O ya desayunaste en el barco?

Dije que habia desayunado en el barco. Entonces ella fue hacia la casa agarrandome de la mano, y los ninos vinieron detras. Cuando llegamos me hizo sentar en una silla de rejilla y ella se sento en un taburete bajo frente a mi, agarrandome de las dos manos, y va y dice:

—Ahora puedo mirarte bien y, Dios me bendiga, tenia tantisimas ganas de verte todos estos anos, y ?por fin has llegado! Llevabamos esperandote dos dias o mas. ?Por que has tardado tanto? ?Es que embarranco el barco?

—Si, senora… es que…

—No me digas si senora; dime tia Sally. ?Donde embarranco?

No sabia exactamente que decir, porque no sabia si el barco vendria rio arriba o rio abajo. Pero hago muchas cosas por instinto, y mi instinto decia que vendria rio arriba desde Orleans mas o menos. Pero aquello tampoco me servia de mucho, porque no sabia como se llamaban las barras de esa parte. Vi que tendria que inventarme una barra u olvidarme de como se llamaba en la que habiamos embarrancado o… Entonces se me ocurrio una idea y la solte.

—No fue lo de embarrancar… Aquello no nos hizo retrasar casi. Fue que revento la cabeza de un cilindro.

—?Dios mio! ?Algun herido?

—No, senora. Mato a un negro.

—Bueno, menos mal; porque a veces esas cosas matan a alguien. Las Navidades pasadas hizo dos anos que tu tio Silas venia de Nueva Orleans en el viejo Lally Rooky revento la cabeza de un cilindro y dejo invalido a un hombre. Y creo que despues murio. Era baptista. Tu tio Silas conocia a una familia de Baton Rouge que conocia muy bien a la suya. Si, ahora recuerdo que efectivamente se murio. Le dio la galgrena y le tuvieron que amputar. Pero ni asi se salvo. Si, fue la galgrena, eso fue. Se puso todo azul y se murio con la esperanza de una resurreccion gloriosa. Dicen que daba miedo verlo. Tu tio ha ido al pueblo todos los dias a buscarte, y acaba de volver a salir hace solo una hora; debe de estar a punto de volver. Debes de habertelo encontrado por la carretera, ?no? Ya mayor, con una…

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