Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк (читать книги онлайн бесплатно полные версии TXT) 📗
Entonces el jefe de pista vio que le habian enganado, y creo que nunca he visto a un jefe de pista tan desanimado. ?Pero si era uno de sus propios hombres! Se le habia ocurrido aquella broma por su cuenta, sin decirselo a nadie. Bueno, yo tambien me sentia bastante tonto por haberme dejado enganar, pero no hubiera querido estar en el lugar de aquel jefe de pista, ni por mil dolares. No se; quiza haya circos mejores que aquel, pero todavia no he visto ninguno. En todo caso, para mi era buenisimo, y cuando vuelva a encontrarmelo, puede contar con este cliente en cuanto que lo vea.
Bueno, aquella noche tocaba nuestro espectaculo, pero no habia mas que doce personas, justo lo suficiente para pagar los gastos. Y se estuvieron riendo todo el tiempo, con lo que el duque se cabreo, y, encima, todos se marcharon antes de que terminara la obra, salvo un muchacho que se habia quedado dormido. Asi que el duque dijo que aquellos campuzos de Arkansaw no entendian a Shakespeare; lo que les gustaba eran las bufonadas, segun parecia. Dijo que ya veia por donde respiraban. Asi que a la manana siguiente consiguio unas grandes hojas de papel de envolver y pintura negra, preparo octavillas y las distribuyo por todo el pueblo. Las octavillas decian:
?EN LA SALA DEL JUZGADO!
?Solo tres noches!
Los actores de fama mundial
?DAVID GARRICK EL JOVEN!
Y
?EDMUND KEAN EL VIEJO!
de los Teatros de Londres y del continente,
En su emocionante tragedia de
EL CAMELOPARDO DEL REY
O
??LA REALEZA SIN PAR!!
Entrada 50 centavos.
Y al final, la linea mas grande de todas, que decia:
PROHIBIDA LA ENTRADA DE SENORAS Y NINOS
—Vale —dijo—, si con esto ultimo no vienen, ?entonces es que no conozco Arkansaw!
Capitulo 23
Bueno, el rey y el estuvieron trabajando todo el dia, montando un escenario y un telon y una fila de velas para que hicieran de candilejas; y aquella noche la sala se lleno de hombres en un momento. Cuando ya no cabian mas, el duque dejo la taquilla, dio la vuelta por detras, subio al escenario y se puso delante del telon, donde solto un discurso en el que elogio la tragedia y dijo que era la mas emocionante jamas vista, y despues dandose aires con la tragedia y con Edmund Kean el viejo, que iba a interpretar el principal papel, y cuando por fin los tuvo a todos impacientes porque empezase, corrio el telon y al momento siguiente aparecio el rey a cuatro patas, desnudo, pintado por todas partes de anillos y rayas de todos los colores, esplendido como un arco iris. Y .. pero el resto de su atavio no importa; era una verdadera locura, aunque muy divertido. El publico casi se murio de la risa, y cuando el rey termino de hacer piruetas y desaparecio detras del escenario, se puso a gritar y a aplaudir, a patear y a carcajearse hasta que volvio y lo repitio, y despues todavia le obligaron a repetirlo otra vez. Yo creo que hasta una vaca se habria reido con las tonterias que hacia aquel viejo idiota.
Despues el duque bajo el telon, hizo una reverencia al publico y dijo que la gran tragedia solo se interpretaria dos noches mas, por tener compromisos urgentes en Londres, donde estaban vendidas todas las entradas en Drury Lane, y despues hizo otra reverencia, y dijo que si habia logrado que se divirtieran y se instruyeran, les agradeceria mucho que se lo mencionaran a sus amigos para que tambien fueran a verla.
Veinte voces gritaron:
—?Como, ha terminado? ?Eso es todo?
El duque va y dice que si. Entonces se armo una buena. Todo el mundo se puso a gritar: «?Estafadores!» y se levanto furioso y se lanzo hacia el escenario y los actores tragicos. Pero un hombre corpulento y de buen aspecto salto a un banco y grito:
—?Calma! Solo una palabra, caballeros —y se detuvieron a escucharlo—. Nos han estafado, y estafado bien. Pero no queremos que todo el pueblo se ria de nosotros, creo yo, y que nos den la lata toda la vida. No. Lo que queremos es irnos de aqui con calma para hacer una buena propaganda del espectaculo, ?y enganar al resto del pueblo! Entonces estaremos todos en las mismas. ?No os parece lo mas sensato? («?Seguro que si! Tiene razon el juez!», gritaron todos.) Bueno, pues entonces, ni palabra a nadie de esta estafa. Todo el mundo a casa a decirles a los demas que vengan a ver la tragedia.
Al dia siguiente en el pueblo no se hablaba mas que de lo esplendida que habia sido la funcion. La sala volvio a llenarse aquella noche y la estafa se repitio igual que la anterior. Cuando el rey, el duque y yo volvimos a la balsa cenamos todos, y al cabo de un rato hicieron que Jim y yo la sacaramos flotando hasta la mitad del rio y la escondieramos unas dos millas abajo del pueblo.
La tercera noche la sala volvio a llenarse, y aquella vez no habia espectadores nuevos, sino gente que ya habia venido las otras dos. Me quede con el duque en la taquilla y vi que todos los que pasaban llevaban los bolsillos llenos o algo escondido debajo de la chaqueta, y tambien me di cuenta de que no olian precisamente a rosas, ni mucho menos. Oli huevos podridos por docenas, coles podridas y cosas asi, y si alguna vez he olido a un gato muerto, y aseguro que si, entraron sesenta y cuatro de ellos. Aguante un momento, pero era demasiado para mi; no podia soportarlo. Bueno, cuando ya no cabia ni un espectador mas, el duque le dio a un tipo un cuarto de dolar, le dijo que se quedara en la taquilla un minuto y despues fue hacia la puerta del escenario, conmigo detras; pero en cuanto volvimos la esquina y quedamos en la oscuridad, va y me dice:
—Ahora echa a andar rapido hasta que ya no queden casas, ?y despues corre hacia la balsa como alma que lleva el diablo!
Asi lo hice, y el igual. Llegamos a la balsa al mismo tiempo, y en menos de dos segundos ibamos deslizandonos rio abajo, en la oscuridad y el silencio, avanzando hacia la mitad del rio, todos bien callados. Calcule que el pobre rey lo iba a pasar muy mal con el publico, pero ni hablar; un minuto despues salio a cuatro patas del wigwam y dijo:
—Bueno, ?como ha salido esta vez, duque? —ni siquiera habia ido al pueblo.
No encendimos ni una luz hasta que estuvimos unas diez millas mas abajo del pueblo. Alli cenamos, y el rey y el duque se desternillaron de la risa con la forma en que habian enganado a aquella gente. El duque decia:
—?Pardillos, paletos! Ya sabia yo que los de la primera sesion no dirian nada y dejarian que enganasemos al resto del pueblo, y sabia que se iban a vengar la tercera noche, pensando que les habia llegado la vez a ellos. Bueno, ya les llego, y daria algo por saber como se lo van a tomar. Ya me gustaria saber como van a aprovechar la oportunidad. Siempre se pueden ir de merienda si quieren. Llevaron bastantes provisiones.