Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк (читать книги онлайн бесплатно полные версии TXT) 📗
—?Pues la niebla! La niebla que hemos tenido toda la noche. ?Y no estuviste pegando gritos y yo lo mismo, hasta que nos tropezamos con unas de las islas y uno de los dos se perdio y el otro como si se hubiera perdido, porque no sabia donde estaba? ?Y no estuve yo mirando por un monton de esas islas y lo pase terrible y casi me ahogue? Dime que no es verdad, jefe, ?no? Respondeme a eso.
—Bueno, esto es demasiado para mi, Jim. Yo no he visto ninguna niebla, ni ninguna isla, ni he tenido ningun problema, ni nada. He estado sentado hablando contigo toda la noche hasta que te quedaste dormido hace unos diez minutos y creo que yo tambien. En ese tiempo no puedes haberte emborrachado, asi que lo que pasa es que has estado sonando.
—Dita sea, ?como voy a sonar todo eso en diez minutos? —Bueno, estamos fastidiados, pero si que lo has sonado, porque no ha pasado nada de eso.
—Pero, Huck, lo veo tan claro como…
—No importa que lo veas claro; no es lo que ha pasado. Lo se, porque he estado aqui todo el tiempo.
Jim no dijo nada durante unos cinco minutos, sino que se quedo sentado pensandolo. Despues va y dice: —Bueno, entonces, calculo que lo he sonado, Huck; pero que me cuelguen si no ha sido el sueno mas real que he visto en mi vida. Y nunca habia tenido un sueno que me hubiera dejado tan cansado como este.
—Bueno, es normal, porque a veces los suenos lo cansan a uno como un diablo. Pero este ha sido un sueno de miedo; cuentamelo entero, Jim.
Asi que Jim se puso a la tarea y me lo conto todo del principio al fin, tal como habia pasado, solo que lo adorno mucho. Despues dijo que tenia que ponerse a «terpretarlo», porque era una advertencia. Dijo que la primera barra de arena representaba a un hombre que trataria de hacernos algun bien, pero que la corriente era otro hombre que nos queria apartar de el. Los gritos eran advertencias que nos llegarian de vez en cuando, y si no tratabamos con todas nuestras fuerzas de comprenderlos, entonces nos darian mala suerte, en lugar de apartarnos de ella. El laberinto de barras de arena era por problemas que ibamos a tener con gente de malas pulgas y todo genero de gente mala, pero que si nos ocupabamos de nuestros asuntos y no les respondiamos ni les haciamos enfadarse, entonces saldriamos adelante y nos liberariamos de la niebla y nos meteriamos en el rio grande y claro, que eran los estados libres, y ya no tendriamos mas problemas.
Despues de mi vuelta a la balsa habia oscurecido mucho, pero ahora volvia a aclarar.
—Bueno, ahora ya esta todo interpretado hasta el final, Jim —digo yo—, pero, ?que representan esas cosas?
Eran las hojas y los restos que habia en la balsa y el remo roto. Ahora se veian perfectamente.
Jim miro aquella basura y despues me miro a mi y luego otra vez a la basura. Estaba ya tan convencido de que habia sido un sueno que no parecia liberarse de el y volver a dejar otra vez las cosas en su sitio. Pero cuando por fin comprendio cual era la realidad me miro muy fijo sin sonreir en absoluto y dijo:
—?Que representan? Voy a decirtelo. Cuando me agote de tanto trabajar y de llamarte a gritos y me quede dormido, casi se me partia el corazon porque te habias perdido y ya no me importaba lo que me pasara en la balsa. Y cuando me desperte y volvi a verte, sano y salvo, me vinieron las lagrimas y podria haberme puesto de rodillas y besarte los pies, de agradecido que me sentia. Y a ti lo unico que se te ocurria era como dejar en ridiculo al viejo Jim con una mentira. Eso que ves ahi es basura, y basura es lo que es la gente que le mete estupideces en las cabezas a sus amigos y hace que se sientan avergonzados.
Despues se levanto muy lento y fue hacia el wigwam y se metio en el sin decir mas. Pero bastaba con aquello. Me hizo sentir tan ruin que casi podria haberle besado yo a el los pies para hacerlo cambiar de opinion.
Tarde quince minutos en decidirme a humillarme ante un negro, pero lo hice y despues nunca lo lamente. No hacia mas que jugarle malas pasadas, y aquella no se la habria jugado de haber sabido que se iba a sentir asi.
Capitulo 16
Nos pasamos durmiendo casi todo el dia y nos pusimos en marcha de noche, un poco detras de una balsa monstruosamente larga que tardo en pasar tanto como una procesion. Llevaba cuatro remos largos a cada extremo, asi que pensamos que probablemente viajarian en ella nada menos que treinta hombres. Tenia a bordo cinco grandes wigwams y una hoguera a cielo abierto en el centro, con un mastil grande de bandera a cada extremo. Resultaba muy elegante. El ir de balsero en una embarcacion asi significaba algo.
Bajamos a la deriva por una gran curva, la noche se nublo y empezo a hacer mucho calor. El rio era muy ancho y estaba rodeado de bosques densisimos a los dos lados; no se veia en ellos ni un claro, ni siquiera una luz. Hablamos de El Cairo y nos preguntamos si lo reconoceriamos cuando llegaramos. Yo dije que no, porque habia oido decir que no habia mas que una docena de casas, y si no tenian luces, ?como ibamos a saber que pasabamos junto a un pueblo? Jim dijo que si alli se reunian los dos grandes rios, eso nos lo indicaria. Pero yo respondi que podriamos pensar que estabamos pasando por el extremo de una isla y volviendo al mismo rio de siempre. Aquello inquieto a Jim, y a mi tambien. Asi que la cuestion era, ?que hacer? Yo dije que remar, remar a la costa en cuanto vieramos la primera luz y decirles que detras venia padre, en una chalana mercante, y que era un novato en estas cosas y queria saber cuanto faltaba para El Cairo. Jim penso que era una buena idea, asi que nos pusimos a fumar para celebrarlo y nos dedicamos a esperar.
Ahora no quedaba nada que hacer mas que estar muy atentos al pueblo y no pasar sin verlo. Jim dijo que estaba segurisimo de verlo, porque en cuanto lo viera seria hombre libre, pero si no lo veia, era que volvia a estar en zona de esclavitud y ya no llegaria a la libertad. A cada momento se ponia en pie de un salto y gritaba:
—?Ahi esta!
Pero no estaba. Eran fuegos fatuos o luciernagas, asi que volvia a sentarse y a observar igual que antes. Jim decia que el estar tan cerca de la libertad le hacia temblar y sentirse febril. Bueno, yo puedo decir que a mi tambien me hacia temblar y sentir fiebre el escucharlo, porque empezaba a darme cuenta de que era casi libre, y, ?quien tenia la culpa? Pues yo. No podia quitarme aquello de la conciencia, hiciera lo que hiciese. Me preocupaba tanto que no podia descansar; no me podia quedar tranquilo en un sitio. Hasta entonces nunca me habia dado cuenta de lo que estaba haciendo. Pero ahora si, y no paraba de pensarlo y cada vez me irritaba mas. Trate de convencerme de que no era culpa mia porque no era yo quien habia hecho a Jim escaparse de su legitima propietaria, pero no valia de nada, porque la conciencia volvia y decia cada vez: «Pero sabias que huia en busca de la libertad y podias haber ido a remo a la costa y haberselo dicho a alguien». Era verdad: aquello no habia forma de negarlo. Ahi me dolia. La conciencia me decia: «?Que te habia hecho la pobre senorita Watson para que vieras a su negro escaparse delante mismo de ti y no dijeras ni una sola palabra? ?Que te habia hecho aquella pobre anciana para tratarla tan mal? Pues habia tratado de que te aprendieras tu libro, habia tratado de ensenarte modales, habia tratado de que fueras bueno por todos los medios que ella conocia. Eso es lo que habia hecho».