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Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan (электронную книгу бесплатно без регистрации .txt) 📗

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Mis dias se estructuran en trabajo, paseos y noches pensando en Eric. No he vuelto a saber nada mas de el. Ya ha pasado un mes desde mi regreso a Espana y cada dia me siento mas lejos de el, aunque cuando me masturbo con el vibrador que el me regalo le siento a mi lado.

Vuelvo a salir con los amigos de siempre y disfruto de los bocatas de calamares de la plaza Mayor con ellos. Pero cuando nos vamos de juerga, me descontrolo. Bebo mas de la cuenta y se que lo hago para olvidar. Lo necesito.

De momento, ningun hombre llama mi atencion. Ninguno me pone. Y cuando alguno lo intenta, directamente lo corto. Yo elijo, y no estoy en el mercado de la carne.

Un domingo por la manana, tras una buena juerga la noche anterior, suena la puerta de mi casa. Me levanto. El timbre vuelve a sonar. Mi hermana no es, o ella misma habria abierto la puerta. Cuando miro por la mirilla tengo que pestanear al ver quien es. Abro la puerta y murmuro:

—??Bjorn?!

El hombre me mira y soltando una carcajada dice:

—?Madre mia, Jud, menuda juerga te debiste de pegar anoche!

Abro los brazos, el da un paso adelante y nos fundimos en un sano y carinoso abrazo. Pasados unos segundos musita:

—Venga, date una ducha. Necesitas ser persona.

Corro al bano, y cuando me miro en el espejo, hasta yo misma me asusto. Soy como la bruja Lola pero en moreno. El agua me reactiva la vida y la circulacion de la sangre. Cuando acabo y regreso al salon vestida con mis clasicos vaqueros, una camisa y una coleta alta, dice:

—Preciosa. Asi estas mil veces mas tentadora.

Ambos nos reimos. Le invito a sentarse en mi sofa y mirandolo pregunto:

—?Que haces aqui?

Bjorn me retira un pelo de la cara, lo pone tras la oreja y responde:

—No, preciosa. La pregunta es: ?que haces tu aqui?

No lo entiendo. Pestaneo.

—Debes regresar a Munich.

—??Como?!

—Lo que oyes. Eric te necesita y te necesita ?ya!

Me acomodo en el sillon. Me muevo y aclaro.

—No se me ha perdido nada en Munich, Bjorn. Tu mismo viste que entre el y yo, tras lo que paso esa noche, nada funcionaba. Viste que...

—Lo que vi es que me besaste para enfurecerlo. Eso es lo que vi.

—?Joder, Bjorn! No me lo recuerdes.

—?Tan terrible fue? —se mofa. Y cuando voy a responder, suelta una carcajada y pregunta—: Pero bueno, cielo, ?como se te ocurrio hacer eso?

Cada vez mas descolocada frunzo el ceno y murmuro:

—Te bese porque Eric necesitaba un ultimo toque para echarme de su vida. Me lo acababa de decir segundos antes y yo solo le facilite el momento. Cuando tu llegaste, lo siento, pero te vi y tuve que hacerlo. Te bese para que el diera el ultimo paso y me echara.

—Pero ?el te dijo que te marcharas?

Lo pienso, lo pienso y, finalmente, respondo:

—Si.

—No —corrige el—. Tu eras la que gritaba que te marchabas, y el al final fue quien te dijo que si te querias marchar que te marcharas. Pero fuiste tu, querida Judith.

—No..., pero...

—Exacto. ?No! El no fue.

La sangre se me agolpa. No quiero hablar de eso y, antes de que Bjorn diga nada mas, me levanto del sofa.

—Mira, chato, si has venido aqui para volverme loca hablando del gilipollas de tu amigo, sal ahora mismo por esa puerta, ?entendido?

Bjorn sonrie y cuchichea:

—?Guau!..., tiene razon Eric, ?que caracter!

Cierro los ojos. Resoplo. Me rasco el cuello y el dice:

—No te rasques, mujer, que no es bueno para tus ronchones.

Lo miro y el pone los ojos en blanco.

—Si, preciosa. Eric me tiene loco. No para de hablar de ti y ya no lo soporto mas. Conozco tus ronchones. Tus enfados. Se que adoras las trufas. Los chicles de fresa. Por favor, ?ya no puedo mas!

Eso me hace aletear el corazon, pero sin querer creer nada, musito:

—El me dijo que iba a retomar sus juegos. Me lo dijo antes de marcharme.

—?Te dijo eso?

—Si.

Bjorn sonrie y murmura:

—Pues que yo sepa, preciosa, no le he visto en ninguna fiestecita. Es mas, he llegado a pensar que se va a meter a monje.

Eso me hace callar, y mirandome, aclara:

—Ese tonto y cabezon amigo mio te iba a pedir, la noche en la que tu te pusiste hecha una furia, que te casaras con el.

—??Que?!

—Pero vamos a ver, Judith —insiste Bjorn—, ?por que te crees que llegaba yo con una botellita de champan en las manos? Lo que pasa es que o se explica muy mal, o tu no le quisiste escuchar.

Pestaneo. Muevo la cabeza. ?Boda?

?Eric me iba a pedir que me casara con el?

Definitivamente, esta loco, ?loco! Y cuando voy a decir algo, Bjorn prosigue:

—Cuando ocurrio lo de Betta y se entero de todo lo demas se enfado muchisimo. Su madre y su hermana tuvieron una buena bronca con el. Le aclararon que todo lo ocurrido no era culpa tuya ni de nadie. En todo caso era culpa suya por ser como es. El no se enfado contigo, carino, se enfado consigo mismo. No podia entender que fuera tan obtuso como para que todos le tuvierais que mentir y ocultar cosas. —Pestaneo, casi no respiro, y Bjorn prosigue—: Cuando vino a mi casa y me lo conto, yo le dije lo que siempre le he dicho. Su manera de decir las cosas, tan tajante, hace que la gente se intimide y no cuente nada. Le ha costado entenderlo, pero lo ha entendido. Durante dias lo penso, por eso no te hablaba, y cuando se dio cuenta de ello quiso remediarlo pero todo se fue a la mierda. Tu me besaste. El se bloqueo, y tu te marchaste.

Bjorn me mira, y yo, todavia patidifusa, lo miro a su vez. Chasquea los dedos delante de mi y pregunta:

—?Sigues aqui?

Asiento y continua:

—El caso, preciosa, es que el ha dicho que tu te marchaste y tu has de regresar. Es tan orgulloso que a pesar de saber que lo hizo mal, es incapaz de pedirte que regreses aunque se este muriendo. Por lo tanto, cielo, si le quieres, da tu el paso. Te lo agradeceremos todos los que vivimos a su alrededor.

Lo pienso, lo pienso, lo pienso y, finalmente, respondo:

—No voy a hacerlo, Bjorn.

Este resopla, se levanta y pregunta:

—Pero ?como podeis ser tan cabezones los dos?

—Con practica —respondo al recordar esa contestacion que Eric una vez me dio.

—Os quereis. Os echais de menos. ?Por que no lo solucionais? La primera vez os separasteis porque el te echo. En esta segunda ocasion es porque tu te has ido. Uno de los dos ha de ceder esta tercera vez, ?no?

Me levanto y, aturdida por lo que he oido, digo:

—Necesito salir de aqui. Vamos, te invito a tomar algo.

Esa noche Bjorn y yo salimos por Madrid. Hablamos y hablamos. En ningun momento intenta propasarse conmigo y se comporta como un autentico caballero y mejor amigo de Eric. Tras dejarme en mi casa a las nueve se marcha. Debe coger un vuelo que lo lleve a Munich.

Al dia siguiente en la oficina estoy escribiendo un e-mail cuando el hombre que me tiene enloquecida pasa por delante de mi como un huracan y, sin pararse, dice, dando un golpe en mi mesa:

—Senorita Flores, pase a mi despacho.

El corazon se me sube a la garganta. ?Eric alli?

No me puedo levantar.

Las piernas me tiemblan.

Hiperventilo.

Tres minutos despues el telefono suena. Una llamada interna. Lo cojo.

—Senorita Flores, la estoy esperando —insiste Eric.

Como puedo me levanto. Llevo sin verlo demasiados dias y de pronto esta alli, a menos de cinco metros de mi y requiere mi presencia. Me pica el cuello. Cierro los ojos, tomo aire y entro en el despacho. El impacto al verlo me deja sin aliento. Se ha dejado crecer la barba.

—Cierra la puerta.

Su tono de voz es bajo e intimidador. Hago lo que me pide y lo miro.

Me mira, me mira y me mira, y de pronto dice:

—?Que hacias anoche con Bjorn por Madrid?

Pestaneo. Tanto tiempo sin vernos, ?y me pregunta eso? ?Sera...!

Cuando consigo despegar unos dientes de otros, respondo:

—Senor, yo...

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