Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan (электронную книгу бесплатно без регистрации .txt) 📗
De pronto, la puerta de la habitacion se abre de par en par, y Flyn dice muy enfadado:
—Quita la musica. Me molesta.
Lo miro sorprendida.
—?Te molesta?
—Si.
Resoplo. La musica no le puede molestar. No esta tan alta como para ello, pero dispuesta a ser condescendiente me levanto y bajo dos puntos el volumen del equipo. Regreso junto a la estanteria y cojo los libros que he dejado en el suelo. Con el rabillo del ojo, veo que el mocoso se dirige hacia el equipo y, de un manotazo, para la musica y se marcha.
«La madre que lo pario. Me esta buscando y me va a encontrar.»
Dejo los libros sobre una mesa, me acerco al equipo y pongo de nuevo la musica. El nino, que salia por la puerta en ese instante, se para, me mira como si quisiera matarme y grita:
—??Por que no te vas a tu casa?!
—??Que?!
—Vete, y deja de molestar.
Me muerdo la lengua. ?Oh, si! Mejor me la muerdo porque como me deje llevar por mi genio, ese enano grunon se va a enterar de como se enfada una espanola. Con mal gesto llega hasta el equipo de musica. Lo para. Saca el CD y sin decir nada se encamina hacia la cristalera, abre la puerta y tira el CD al exterior.
?Dios, mi CD de Malu!
?Lo mato, lo mato, lo matooooooooooooo!
Sin pensarlo salgo al exterior en su busca. Lo cojo de la nieve como si se tratara de mi bebe, lo limpio con mi camiseta mientras me acuerdo de todos los antepasados de ese pequeno cabroncete y, cuando me doy la vuelta, oigo el clic de la puerta al cerrarse.
Cierro los ojos mientras murmuro:
—?Por favor, Dios mio, dame paciencia!
Hace frio, mucho frio, y desde el exterior toco a la puerta.
—Flyn, abre ahora mismo, por favor.
El pequeno demonio me mira. Sonrie con maldad, se da la vuelta y tras tirar los libros que he colocado en la estanteria y pisotear varios CD de musica, veo que sale de la habitacion. ?Sera malo el tio! Intento abrir, pero ha cerrado desde dentro.
—?Joder!
Con ganas de estrangularlo camino hacia la siguiente cristalera mientras mis deportivas empapadas se hunden en la nieve. ?Dios, que frio! Llego hasta el exterior de la habitacion donde el hace los deberes y veo que entra en ella. Toco el cristal y digo:
—Flyn, por favor, abre la puerta.
Ni me mira. ?Pasa de mi!
Tiemblo. Hace un frio horroroso e intento que me abra la puerta. Pero nada. No se apiada de mi, y diez minutos despues, cuando los dientes me castanetean, el pelo humedo esta tieso en mi cabeza y siento estalactitas debajo de la nariz, grito como una posesa mientras aporreo la puerta.
—?La madre que te pario, Flyn! ?Abre la punetera puerta!
El crio, por fin, me mira. Creo que se va a compadecer de mi. Se levanta, camina hacia la cristalera y, ?zas!, echa las cortinas. Boquiabierta, sigo aporreando la puerta mientras le digo de todo en espanol. Absolutamente de todo menos bonito.
Nieva. Estoy en la calle vestida con unas miseras prendas de algodon y las zapatillas de deporte. Tengo frio. Un frio horroroso. Me froto las manos y pienso que hacer. Corro hacia la puerta de la cocina. Cerrada. Recuerdo que Simona no esta. Intento entrar por la puerta del salon. Cerrada. La puerta de la calle. Cerrada. La puerta del despacho de Eric. Cerrada. La ventana del bano. Cerrada.
Tirito. Me estoy congelando por instantes y mi pelo humedo y tieso me hace estornudar. Menuda pulmonia voy a pillar. Regreso hasta donde se que esta Flyn tras las cortinas. Tengo ganas de asesinarlo. Miro hacia arriba. El balcon de una de las habitaciones. Sin pararme a pensar en el peligro, me subo a un poyete para intentar alcanzar el balcon, pero estoy tan congelada y el poyete tan resbaladizo que voy derechita al suelo. Me levanto e insisto. Me siento en un muro congelado, me levanto y antes de alcanzar el balcon, ?zaparras!, mis zapatillas se escurren y voy contra el suelo, aunque antes me doy con el muro. El golpe ha sido horroroso y me duele la barbilla una barbaridad.
Tumbada sobre la nieve me resiento, y cuando me levanto con la cara llena de hielo, grito:
—?Abre la maldita puerta! Me estoy congelando.
Flyn descorre entonces las cortinas, y su cara ya no es la que era. Dice algo. No lo oigo. Y cuando abre la puerta, grita:
—?Tienes sangre!
—?Donde tengo sangre?
Pero ya no hace falta que me lo diga. Al mirar hacia el suelo, veo la nieve roja a mis pies. Mi camiseta gris es roja y al tocarme la barbilla siento la herida y las manos se llenan de sangre. Flyn, asustado, me mira. No sabe que hacer, y digo mientras entro en su habitacion:
—Dame una toalla o algo, ?corre!
Sale corriendo y regresa con una toalla, pero el suelo ya esta manchado de sangre. Me la pongo en la barbilla e intento tranquilizarme. En la boca siento el sabor metalico de la sangre. Me he mordido el labio tambien. Estoy sola con Flyn. Simona y Norbert no estan, y necesito ir urgentemente a un hospital. Sin mas, miro a Flyn, que esta desconcertado, y le pregunto:
—?Sabes donde esta el hospital mas cercano?
El crio asiente.
—Vamos, ponte el abrigo y el gorro.
Sin rechistar los dos llegamos a la puerta y cogemos nuestros abrigos. Gotas de sangre caen al suelo y no tengo tiempo para limpiarlas. Cuando voy a ponerme mi abrigo, retiro la toalla de la barbilla; la sangre gotea a chorretones. Me asusto, y Flyn tambien. Me vuelvo a poner la toalla, y empapada de agua y sangre, le pregunto:
—?Me ayudas a ponermelo?
Rapidamente lo hace. Una vez que los dos estamos abrigados, entramos en el garaje. Alli cojo el Mitsubishi, y cuando las puertas del garaje se abren, Flyn sujeta la toalla en mi barbilla para que yo conduzca y me indica por donde tengo que ir. Me tiemblan las manos y las rodillas, pero intento serenarme mientras estoy al volante.
El hospital no esta lejos y cuando llegamos y ven como voy rapidamente me atienden. Flyn no se separa de mi lado. Le dice a uno de los doctores que su tia es Marta Grujer y que por favor la llamen a casa y le digan que acuda al hospital. Me sorprende la capacidad que tiene el enano para dar ordenes, pero estoy tan dolorida que me da igual lo que diga. Como si quiere llamar a Mickey Mouse.
Nos pasan a otra sala, y cuando el doctor ve mi herida, me indica que lo del labio sanara solo, pero que me tiene que dar cinco puntos en la barbilla. Eso me asusta. Tengo ganas de llorar. Me asustan los puntos. Una vez de pequena me dieron cinco en la rodilla y lo recuerdo como un trauma. Miro a Flyn. Esta blanco como la nieve. Tiene un susto horroroso. Y me doy cuenta de que no lloro por verguenza, pero cuando me pinchan la anestesia en la barbilla, inconscientemente, una lagrima sale de mis ojos, y Flyn la ve.
Al momento se levanta de la banqueta donde esta sentado, su mano coge la mia y la aprieta. El doctor le ordena que se siente de nuevo, pero el nino se niega. Al final, escucho decir al medico:
—Eres igualito que tu tio.
Eso me sorprende, ?o no?
—?Tu nombre es? —pregunta el doctor.
—Judith Flores.
—?Espanola?
?Dios, que no diga eso de «?ole, paella, toro, castanetas!». No quiero oirlo. Pero cuando asiento, el hombre dice:
—?Ole, toro!
Ni me inmuto, o le doy un punetazo. Malditos guiris. Me duele la cabeza, la boca, la barbilla y este idiota solo dice: «?Ole, toro!». Cierro los ojos para no mirarlo y oigo que Flyn le explica:
—Es la novia de mi tio Eric.
Abro los ojos. Me sorprende lo que ha admitido el pequeno.
—Bien, Judith, voy a darte los puntos —me informa el doctor—. No te preocupes que con seguridad cuando sequen no se notaran. Pero me temo que manana y durante unos dias tendras la cara amoratada. Te has dado un buen golpe y ya tienes algun moraton.
—Vale...
Inconscientemente, aprieto la manita de Flyn. Y su energia es de pronto mi energia y me tranquilizo. Cuando el doctor acaba de poner un enorme aposito en mi barbilla, aplica una crema en mi labio y me indica que tengo que regresar en una semana. Asiento. Y cuando pregunto como pago la consulta, me dice que ya lo hablara con Marta.