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Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan (электронную книгу бесплатно без регистрации .txt) 📗

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?Vaya tela!

Rapidamente me levanto y me quito los auriculares.

—?Que es eso? —dice mientras senala el arbol rojo.

Voy a responder cuando el enano de ojos achinados se acerca a su tio y, con el mismo gesto serio de el, responde:

—Segun ella, un arbol de Navidad. Segun yo, una caca.

—Que a ti te parezca una ?caca! mi precioso arbol no significa que se lo tenga que parecer a el —contesto con cierta acritud. Despues miro a Eric y anado—: Vale..., quiza no pegue con tu salon, pero lo he visto y no me he podido resistir. ?A que es bonito?

—?Por que no me has llamado para consultarmelo? —suelta mi aleman favorito.

—?Para consultarlo? —repito, sorprendida.

—Si. La compra del arbol.

?Flipante!

?Lo mando a la mierda, o lo insulto?

Al final, decido respirar antes de decir lo que pienso, pero, molesta, siseo:

—No he creido que tuviera que llamarte para comprar un arbol de Navidad.

Eric me mira..., me mira y se da cuenta de que me estoy enfadando, y para intentar aplacarme me coge la mano.

—Mira, Jud, la Navidad no es mi epoca preferida del ano. No me gustan los arboles ni los ornamentos que en estas fechas todo el mundo se empena en poner. Pero si querias un arbol, yo podia haber encargado un bonito abeto.

Los tres volvemos a mirar mi colorido arbol rojo y, antes de que Eric vuelva a decir algo, replico:

—Pues siento que no te guste el periodo navideno, pero a mi me encanta. Y por cierto, no me gusta que se talen abetos por el simple hecho de que sea Navidad. Son seres vivos que tardan muchos anos en crecer para morir porque a los humanos nos gusta decorar nuestro salon con un abeto en Navidad. —Tio y sobrino se miran, y yo prosigo—: Se que luego algunos de esos arboles son replantados. ?Vale!, pero la mayoria de ellos terminan en el cubo de la basura, secos. ?Me niego! Prefiero un arbol artificial, que lo uso y cuando no lo necesito lo guardo para el ano siguiente. Al menos se que mientras esta guardado ni se muere ni se seca.

La comisura de los labios de Eric se arquea. Mi defensa de los abetos le hace gracia.

—?De verdad que no te parece precioso y original tener este arbol? —pregunto aprovechando el momento.

Con su habitual sinceridad, levanta las cejas y responde:

—No.

—Es horrible —cuchichea Flyn.

Pero no me rindo. Obvio la respuesta del nino y, mimosa, miro a mi chicarron.

—?Ni siquiera te gusta si te digo que es nuestro arbol de los deseos?

—?Arbol de los deseos? —pregunta Eric.

Yo asiento, y Flyn contesta mientras toca uno de los deseos que yo ya he colgado en el arbol:

—Ella quiere que escribamos cinco deseos, los colguemos y despues de las Navidades los leamos para que se cumplan. Pero yo no quiero hacerlo. Esas son cosas de chicas.

—Faltaria mas que tu quisieras —susurro demasiado alto.

Eric me reprocha mi comentario con la mirada y, el pequeno, dispuesto a hacerse notar, grita:

—Ademas, los arboles de Navidad son verdes y se decoran con bolas. No son rojos ni se adornan con tontos deseos.

—Pues a mi me gusta rojo y decorarlo con deseos, mira por donde —insisto.

Eric y Flyn se miran. En sus ojos veo que se comunican. ?Malditos! Pero consciente de que quiero mi arbol ?rojo! y lo mucho que voy a tener que bregar con estos dos grunones, intento ser positiva.

—Venga, chicos, ?es Navidad!, y una Navidad sin arbol ?no es Navidad!

Eric me mira. Yo lo miro y le pongo morritos. Al final, sonrie.

?Punto para Espana!

Flyn, mosqueado, se va a alejar cuando Eric lo agarra del brazo y dice, senalandole el cuaderno:

—Escribe cinco deseos, como Jud te ha pedido.

—No quiero.

—Flyn...

—?Jolines, tio! No quiero.

Eric se agacha. Su cara queda frente a la del pequeno.

—Por favor, me haria mucha ilusion que lo hicieras. Esta Navidad es especial para todos y seria un buen comienzo con Jud en casa, ?vale?

—Odio que ella me tenga que cuidar y mandar cosas.

—Flyn... —insiste Eric con dureza.

La batalla de miradas entre ambos es latente, pero al final la gana mi Iceman. El pequeno, furioso, coge el cuaderno, rasga una hoja y agarra uno de los bolis. Cuando se va a marchar, le digo:

—Flyn, toma la cinta verde para que los ates.

Sin mirarme, coge la cinta y se encamina hacia la mesita que hay frente a la tele, donde veo que comienza a escribir. Con disimulo me acerco a Eric y, poniendome de puntillas, cuchicheo:

—Gracias.

Mi aleman me mira. Sonrie y me besa.

?Punto para Alemania!

Durante un rato hablamos sobre el arbol y tengo que reir ante los comentarios que el hace. Es tan clasico para ciertas cosas que es imposible no reir. Segundos despues, Flyn llega hasta nosotros, cuelga en el arbol los deseos que ha escrito y, sin mirarnos, regresa al sillon. Coge el mando de la Play, y la musica chirriante comienza a sonar. Eric, que no me quita ojo, recoge el cuaderno del suelo y el boligrafo, y pregunta cerca de mi oido:

—?Puedo pedir cualquier deseo?

Se por donde va.

Se lo que quiere decir y, melosa, murmuro acercandome mas a el:

—Si, senor Zimmerman, pero recuerde que pasadas las Navidades los leeremos todos juntos.

Eric me observa durante unos instantes, y yo solo pienso sexo..., sexo..., sexo. ?Dios mio! Mirarlo me excita tanto que me estoy convirtiendo en una ?esclava del sexo! Al final, mi morboso novio asiente, se aleja unos metros y sonrie.

?Guau! Como me pone cuando me mira asi. Esa mezcla de deseo, perdonavidas y mala leche ?me encanta! Soy asi de masoca.

Durante un rato, le veo escribir apoyado en la mesita del comedor. Deseo saber sus deseos, pero no me acerco. Debo aguantar hasta el dia que he senalado para leerlos. Cuando acaba, los dobla y le doy la cinta plateada para que los ate. Tras colgarlos el mismo en el arbol, me mira con picardia y, acercandose a mi, mete algo dentro del bolsillo delantero de mi sudadera. Despues, me besa en la punta de la nariz y apunta:

—No veo el momento de cumplir este deseo.

Divertida, sonrio. Calor.. .?Dios, que calor! Y poniendome de puntillas le doy un beso en la boca mientras mi corazon va a tropecientos por hora. Tras un complice azotito en mi trasero que me hace saber lo mucho que me desea, Eric se sienta junto a su sobrino. Yo aprovecho, saco la pequena caja que ha metido en mi bolsillo junto a un papel y leo:

—Mi deseo es tenerte desnuda esta noche en mi cama para usar tu regalo.

Sonrio. ?SEXO!

Con curiosidad, abro la cajita y observo algo metalico con una piedra verde. ?Que mono! ?Para que sera? Y mi cara de sorpresa es para verla cuando leo que en el papel pone: «Joya anal Rosebud».

?Vaya..., no sabia que hubiera joyas para el culo!

Me entra la risa.

Alegre, camino hacia la ventana mientras el calor toma mi cara, y continuo leyendo: «Joya anal de acero quirurgico con cristal de Swarovski. Ideal para decorar el ano y estimular la zona anal».

?Que fuerteeeeee!

Observo, acalorada, que Eric me mira. Veo la guasa en sus gestos. Con comicidad levanto el pulgar en senal de que me ha gustado, y ambos nos reimos. Esta noche ?sera genial!

Tras la cena, propongo jugar una partida al Monopoly de la Wii. Tirada a tirada nos vamos animando. Al final, dejamos que Flyn gane y se va pletorico a dormir. Cuando nos quedamos solos en el salon, Eric me mira. Su mirada lo dice todo. Impaciencia. Lo beso y murmuro en su oido:

—Te quiero en cinco minutos en la habitacion.

—Tardare dos —contesta con autoridad.

—?Mejor!

Dicho esto, salgo del salon. Corro escaleras arriba, entro en nuestra habitacion, quito el nordico, me desnudo, dejo la joya anal junto al lubricante sobre la almohada y me tiro sobre la cama a esperarlo. No hay tiempo para mas.

La puerta se abre, y mi corazon late con fuerza. Excitacion. Eric entra, cierra la puerta, y sus ojos ya estan sobre mi. Camina hacia la cama y lo observo mientras se quita la camiseta gris por la cabeza.

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