Pideme lo que quieras, ahora y siempre - Maxwell Megan (электронную книгу бесплатно без регистрации .txt) 📗
Piscina interior. ?Que lujazo!
Eric sonrie. Parece divertido al ver mis gestos de sorpresa. Intento retenerlos, pero no lo consigo. ?Soy asi de exagerada!
Una vez que salimos de la estancia azulada donde esta la piscina, seguimos por el pasillo y entramos en un despacho. Su despacho. Todo es de roble oscuro y hay una enorme libreria con una escalerita movil de esas que siempre veo en las peliculas. ?Que chulada!
Sobre la mesa descansa un portatil de veinte pulgadas y en una mesa auxiliar una impresora y varios aparatos informaticos mas. A la derecha de la mesa, hay una chimenea encendida y, a la izquierda, una vitrina de cristal que contiene varias pistolas.
—Son tuyas, ?verdad? —pregunto despues de acercarme a la vitrina.
—Si.
Observo las pistolas con repelus.
—Nunca me han gustado las armas. —Y antes de que diga nada, continuo—: ?Sabes utilizarlas?
Como siempre, me mira..., me mira y, al final, dice:
—Un poco. Practico tiro olimpico.
Sin dejarme preguntar mas me vuelve a tomar de la mano y salimos del despacho. Entramos en una segunda estancia, donde hay multitud de juguetes y un escritorio. Me indica que es la habitacion de juegos y estudios de Flyn. Todo esta pulcramente ordenado. No hay nada fuera de lugar, y eso me sorprende. Si mi sobrina o yo misma dispusieramos de una habitacion de juegos seria el caos personificado.
No expreso nada de lo que pienso, y salimos de la habitacion para entrar en otra. Esta se encuentra parcialmente vacia, a excepcion de una cinta para correr y cajas, muchas cajas.
—Esta estancia es para ti. Para tus cosas —dice de pronto.
—?Para mi?
Eric asiente y prosigue:
—Aqui podras tener tu propio espacio personal, algo que se que quieres y te gusta. —Voy a decir algo cuando anade—: Como has visto, Flyn tiene su espacio y yo tengo el mio. Es justo que tu tambien tengas el tuyo para lo que quieras.
Ante lo que dice, no se que responder. Estoy tan bloqueada que prefiero callarme a soltar algo de lo que se que luego me arrepentire. Eric se acerca mas a mi, me da un beso en la frente y murmura:
—Ven. Continuare ensenandote la casa.
Ensimismada por toda la amplitud y el lujo que hay aqui, subo por la impresionante escalera doble del vestibulo. Eric me indica que en esa planta hay siete habitaciones, cada una con bano incluido.
La habitacion de Eric es impresionante. ?Enorme! Es en tonos azules y en el centro tiene una cama gigante, lo que hace que mi corazon se dispare tanto como mi tension. El bano es otra maravilla: jacuzzi, ducha de hidromasaje. Todo lujo.
Al regresar a la habitacion me fijo en la lampara que hay en una de las mesillas y sonrio. Es la lamparita que compramos en El Rastro, con mis labios marcados. No pega en este dormitorio ?ni con cola! Demasiado informal. Sin mirarlo, se que Eric me esta observando y eso me altera. Con disimulo miro hacia otro lado de la habitacion y veo mi equipaje. Eso me pone mas cardiaca, pero, como puedo, disimulo.
Salimos de la habitacion de Eric y entramos en la de Flyn. Aviones y coches perfectamente colocados. ?Tan ordenado es este nino? Esto me vuelve a sorprender. La estancia es bonita pero impersonal. No parece que un crio viva aqui.
Una vez que salimos me ensena las cinco habitaciones restantes. Son grandes y bonitas pero sin vida. Se nota que nadie las usa. Vistas las habitaciones, me coge de nuevo de la mano y tira de mi escaleras abajo. Entramos en la increible cocina en color acero y madera con una isla central. Abre una nevera americana, saca una coca-cola fresquita para mi y una cerveza para el.
—Espero que la casa te guste.
—Es preciosa, Eric.
Sonrie y da un trago a su cerveza.
—Es tan grande que... ?Uf! —digo, mirando alrededor y tocandome la frente—. Vaya pedazo de casa que tienes. Si la ve mi padre alucina en colores. Pero..., pero si mi casa es mas pequena que uno de los cuartos de bano de esta planta. —Eric sonrie, y pregunto—: ?Como no me lo habias dicho nunca?
Se encoge de hombros, echando un vistazo a lo que nos rodea.
—No se. Nunca me has preguntado por mi casa.
Sonrio. Parezco tonta, pero soy incapaz de dejar de sonreir. Eric me gusta. La casa me gusta. Estar con el aqui me gusta. Todo..., absolutamente todo lo que tenga que ver con el ?me gusta! Y antes de que me pueda retirar, siento sus manos en mi cintura y me sube a la encimera. Se mete entre mis piernas y pregunta en tono dulzon cerca de mi boca:
—?Me has levantado el castigo ya?
Esa pregunta y su rapida cercania me pillan tan de sorpresa que vuelvo a no saber que decir. Por un lado, tengo que ser la tia dura que se que soy y hacerle pagar los malos dias que me ha hecho pasar, pero por otro lo necesito tanto que soy capaz de perdonarle absolutamente todo para el resto de su vida y gritarle que me folle aqui mismo.
Durante lo que parece una eternidad nos miramos.
Nos calentamos.
Nos besamos con la mirada.
Y como es normal en mi comienzo a desvariar. ?Lo perdono? ?No lo perdono?
Pero harto de la espera posa su tentadora boca sobre la mia. Siento sus labios arder encima de los mios cuando dice:
—Besame...
No me muevo.
No lo beso.
Estoy tan paralizada por el deseo que apenas si puedo respirar.
—Besame, pequena —insiste.
Al ver que no hago nada, posa sus manos en mi cabeza y hace eso que me vuelve loca: me repasa con su lengua el labio superior y despues el inferior, terminando el momento con un mordisquito delicioso. Su respiracion se acelera. La mia parece una locomotora, y entonces me besa. No espera mas. Me posee con su boca de tal manera que ya estoy dispuesta a absolutamente todo lo que el me pida.
Mientras me besa, siento como una de sus manos baja de mi cabeza a mi cuello y luego llega a mi espalda. Sus dedos se hunden en mi carne y me arrastra hacia el hasta sentir sobre mi vagina su dulce, tentadora y exquisita ereccion.
?Oh, Dios! Menos mal que llevo vaqueros; si no fuera asi, Eric ya me habria arrancado las bragas, o mejor dicho, ya me las habria arrancado yo misma. Inconscientemente, cierro los ojos y echo para atras la cabeza. El, al ver mi disfrute y el cambio de mi respiracion, primero me muerde la barbilla y, bajando su humeda lengua por mi garganta, murmura:
—Vamos a la habitacion, carino. Necesito desnudarte y poseerte como llevo dias deseando hacer. Quiero abrir tus piernas para mi y, tras saborearte, hundirme en ti una y otra vez hasta que tus gemidos calmen el ansia viva que siento por ti.
Escuchar eso me marea. «?Ansia viva!»
Instantaneamente, me siento borracha de el y, como siempre, quiero mas. Pero no, no debo. Lucho con determinacion contra mi deseo y mi excitacion, y con las fuerzas que aun tengo a mi favor me echo para atras, me separo de el y dejo escapar, a sabiendas de lo que pasara:
—No..., no estas perdonado.
—Jud..., te deseo.
—No..., no debes.
—Jud..., carino —protesta.
—Dime cual es mi habitacion y...
Sin terminar la frase, oigo su frustracion cuando se separa de mi. Su gesto esta tan tenso como la entrepierna de su pantalon. Cierra los ojos y se apoya en la encimera. Sus nudillos estan blancos, y sin mirarme, finalmente sisea:
—De acuerdo, continuemos con tu juego. Sigueme.
Esta vez, sin darme la mano, comienza a andar hacia la escalera y lo sigo. Miro su ancha espalda, sus fuertes piernas y su trasero. Eric es tentador. Pura tentacion y, ?uf!, soy consciente de a lo que acabo de decir que no.
Al llegar a la primera planta camina con decision hacia su habitacion, abre la puerta, coge mi equipaje y sale de nuevo al pasillo.
—?En que habitacion quieres dormir?
—En... una que este libre —consigo responder.
Eric, con furia y decision, camina hacia el fondo del pasillo y abre una puerta, la mas alejada de su habitacion. Ambos entramos, deja mi equipaje junto a la cama y, tras decirme sin mirarme ni besarme «buenas noches», cierra la puerta y se marcha.