Ciudad Maldita - Стругацкие Аркадий и Борис (бесплатные книги онлайн без регистрации TXT) 📗
«Asi es como comienza la desmoralizacion. Con conversaciones de este tipo. La incomprension genera la falta de fe. La falta de fe genera la muerte. Es peligroso, muy peligroso. El Preceptor lo habia dicho claramente: lo fundamental es creer en la idea hasta el fin, sin mirar atras. Reconocer que la incomprension es una condicion indispensable del Experimento. Naturalmente, eso es lo mas dificil. Aqui, la mayoria carece del verdadero temple ideologico, de la solida conviccion de que el futuro luminoso es inevitable. Que ahora todo puede ser muy dificil, y manana tambien, pero pasado manana veremos sin falta el cielo estrellado, y a nuestra calle llegara la fiesta...»
—Soy una persona sin preparacion —dijo de repente el tio Yura, mientras pegaba con la lengua el cigarrillo que acababa de liar—. Solo llegue a cuarto grado, por si os interesa, y ya le conte a Izya que vine para aqui huyendo... Como tu... —Y senalo a Fritz con el enorme cigarrillo—. A ti te abrieron un camino para salir del campo de prisioneros, a mi, de la aldea. Si dejamos a un lado la guerra, yo he vivido toda la vida en la aldea, y nunca he entendido nada. Pero aqui, ?si! Lo que pretenden con su Experimento, os lo digo honestamente, hermanitos, no me importa y tampoco es nada interesante. Pero aqui soy un hombre libre, y mientras nadie toque esa libertad, yo tampoco me metere con nadie. Pero si aparece gente aqui que pretenda cambiar nuestra situacion como granjeros, os prometo solemnemente una cosa: no dejaremos piedra sobre piedra de vuestra ciudad. Nosotros no somos babuinos, cabrones. ?Nosotros no dejaremos que nos pongan un collar, cabrones...! Asi son las cosas, hermano —dijo, volviendose directamente hacia Fritz.
Izya solto una risita distraida, y de nuevo reino un silencio incomodo. El discurso del tio Yura habia sorprendido a Andrei en cierta medida, y llego a la conclusion de que la vida habia sido particularmente dura para Yuri Konstantinovich. Si decia que no habia entendido nada, seguramente tenia sus razones, y preguntarselas entonces seria una falta de tacto.
—Creo que estamos planteando estas preguntas de manera prematura —se limito a decir—. El Experimento se lleva a cabo desde hace poco tiempo, hay mucho que hacer, se requiere trabajar y creer en la justicia...
—?De donde sacas que el Experimento se lleva a cabo desde hace poco? —lo interrumpio Izya con una sonrisa burlona—. Ya dura cien anos, por lo menos. Seguramente ha durado mucho mas, pero esos cien anos te los puedo garantizar.
—Y tu, ?como lo sabes?
—?Has llegado muy lejos por el norte? —pregunto Izya. Andrei quedo perplejo. No tenia la menor idea de que alli existiera el norte—. ?Bueno, el norte! —siguio Izya, impaciente—. Se dice, por pura convencion, que si estas debajo del sol, la direccion hacia la que se encuentran las cienagas, los campos de cultivo, donde viven los granjeros, es el sur, y la direccion contraria, hacia lo profundo de la ciudad, es el norte. Nunca has ido mas alla de los vertederos... Pero la ciudad se extiende mucho mas lejos, hay edificios enormes, palacios enteros... —Solto una risita—. Palacios y chozas. Por supuesto, ahora no vive nadie alli porque no hay agua, pero alguna vez hubo gente, y puedo decirte que fue hace mucho tiempo. Incluso he encontrado documentos en las casas vacias. ?Has oido hablar de un rey llamado Veliario II? ?Vaya! Pues reino alli. Pero en la epoca en que reinaba alli, aqui —recalco golpeando la mesa con la una—, aqui solo habia cienagas, en las que trabajaban siervos feudales o esclavos. Y eso ocurrio hace cien anos por lo menos.
El tio Yura sacudio la cabeza y chasqueo la lengua.
—?Y mas al norte, que hay? —pregunto Fritz.
—No he llegado tan lejos —dijo Izya—. Pero conozco a gente que ha ido mucho mas alla, a cien o ciento cincuenta kilometros, y algunos de ellos no regresaron nunca.
—?Y que hay alli?
—La ciudad. —Izya callo un instante—. La verdad es que cuentan unos bulos absurdos sobre esos lugares. Por eso yo solo hablo de lo que pude averiguar personalmente. Cien anos, eso es seguro. ?Te das cuenta, Andrei, amigo mio? Cien anos. En cien anos se puede abandonar cualquier experimento.
—Bien, aguarda... —balbuceo Andrei, totalmente confuso—. ?Pero no lo han abandonado! —Se animo—. Si siguen reclutando gente nueva, eso quiere decir que no lo han abandonado, que aun tienen esperanzas. Se trata de que el objetivo planteado es muy dificil. —Una nueva idea le vino a la cabeza y se excito mas aun—. Y, ademas, ?como sabes que escala temporal usan? Pudiera ser que, para ellos, un ano nuestro sea un segundo.
—No se nada de eso —replico Izya, encogiendose de hombros—. Intento explicarte en que mundo vives, nada mas.
—?Esta bien! —lo interrumpio el tio Yura con aire decidido—. Dejemos de hablar de lo que no sabemos... ?Oye, chaval! ?Como te...? Otto. Deja a la chica y traenos... No, si se le cruzan los ojos. Me rompera la garrafa, yo la traere...
Se apeo del taburete, tomo la jarra vacia de la mesa y se dirigio a la cocina. Selma se dejo caer en su sitio, volvio a levantar las piernas por encima de la cabeza y, con gesto caprichoso, le toco el hombro a Andrei.
—?Vais a seguir hablando de esas idioteces? Ay, que aburrimiento... El Experimento por aqui, el Experimento por alla... ?Dame fuego!
Andrei le encendio el cigarrillo. La conversacion, terminada de forma tan repentina, habia removido dentro de el algo desagradable, algo que nunca habian discutido, algo que no estaba tan claro, no habia podido explicarse, no habia unanimidad... El propio Kensi permanecia alli sentado con expresion de tristeza, cosa que rara vez le ocurria.
«Lo que pasa es que pensamos demasiado en nosotros mismos, ?eso es! El Experimento es el Experimento, cada quien trata de seguir su camino, nadie quiere perder su posicion, pero hace falta que avancemos todos a una, todos a una...»
En ese momento, el tio Yura coloco sobre la mesa la jarra llena de aguardiente, y Andrei decidio desentenderse de todo. Bebieron una nueva ronda, comieron algo. Izya conto una historia y soltaron una carcajada. El tio Yura tambien conto una historia indecente a mas no poder, pero muy divertida. Hasta Van se rio, y Selma se retorcio hasta que se le salieron las lagrimas.
—?No entra en la jarra de leche... —gritaba, ahogandose entre carcajadas—, no entra en la jarra!
Andrei pego un punetazo en la mesa y comenzo a cantar la cancion preferida de su madre:
Y al que beba, a ese servidle,
al que no beba, a ese no le deis,
vamos a beber, a Dios alabar,
por nosotros, por vosotros, por la vieja yaya
que nos enseno a beber vodka a sorbitos...
Los demas le hicieron coro como pudieron. A continuacion, a gritos, abriendo mucho los ojos y a duo con Otto, Fritz entono una cancion desconocida pero muy bella sobre los temblorosos huesos del viejo mundo, una maravillosa cancion de combate. Izya Katzman se reia y grunia mientras contemplaba como Andrei, inspirado, trataba de unirse a los cantantes. De repente, el tio Yura clavo sus peculiares ojos claros en las pantorrillas desnudas de Selma y entono, con voz de oso pardo: